MUNDO AL REVÉS- Jesús Ginés O.

Miércoles 29 de julio de 2020 | Jesús Ginés Ortega

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Invito a invertir la mirada sobre el mundo que habitamos. Mientras mucha gente –y entre ella, muchos comunicadores sociales- se lamentan del exceso de suciedad en el ambiente, de corrupción diseminada entre la clase política, el mundo de los negocios, en el ámbito de la educación y hasta entre la gente de Iglesia, yo les (os) invito a hacer un pequeño trabajo de ensoñación y optimismo: ¿Por qué no ejercitar un poco el espíritu libre de prejuicios y sano que todos llevamos dentro? ¿Por qué no contabilizar la cantidad de gente buena que nos rodea? ¿Por qué no mirar por un rato el mundo al revés, desde la perspectiva de la cantidad de gente buena que está muy cerca de nosotros?

Propongo un ejercicio de elevación de mirada por sobre este mismo mundo que habitamos y que nos habita el alma. Piensen en la cantidad de gente que se levanta temprano para hacer su tarea de servicio para que tengamos agua, luz, gas, el periódico, las noticias de la radio o la tele, los que conducen el metro, los autobuses, los taxis, los que nos traen la fruta y las verduras desde el campo o desde la vega. ¡Cuánto trabajo sencillo y constante de maestros que preparan sus clases y de técnicos que se ocultan en nuestros millones de artefactos electrónicos¡ ¡Cuanta grandeza en tantas cosas pequeñas que hacen posible nuestra vida de comodidad increíble¡ ¡Cuanta limpieza a nuestro alrededor proporcionada por miles de escobas invisibles que recogen nuestra basura! ¡Cuánta dignidad y aplomo en nuestros policías (guardiaciviles) que vigilan nuestro entorno, para que vivamos tranquilos! ¡Cuántas cajeras y cajeros que nos sonríen cuando pasamos por el mesón con la compra para la casa!

Hay muchísima gente que nos ofrece servicios más complejos desde sus profesiones técnicas, científicas, artísticas o religiosas. Todos ellos, todos los días, en distintas instancias nos sirven, comunican, aconsejan, ayudan, consuelan o bendicen. Todos ellos son como nosotros, personas con familia, con sueños, que sufren precariedades, que tienen problemas, pero en general nos ocultan lo dificultoso de sus vidas y nos sonríen para alegrar las nuestras.

He pensado muchas veces que si en lugar de mirar el mundo desde abajo, lo miráramos desde arriba, llegaríamos a ver, sentir y gustar más y mejor nuestra existencia cotidiana. Es para la mayoría la mirada de Dios sobre el mundo. Para otros podrá ser la mirada de los hombres buenos sobre este valle de lágrimas. No cuesta mucho hacer un ensayo. Les (os) invito a probar. Estoy seguro que se sentirán mejor si tratan por un momento de mirar el mundo al revés de como nos lo reiteran muchos comunicadores, inmersos en la miseria y olvidados de la grandeza de ser hombres y mujeres de nuestro tiempo y de siempre.

 

Jesús Ginés Ortega

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