Padre Jaime Ochagavía: Padre y Pastor

Es difícil expresar en pocas palabras quien fue el P. Jaime para mí. Lo intentaré, sin embargo las palabras muchas veces no alcanzan para expresar los sentimientos.

Un educador coherente y respetuoso en la Fé

Ud. me enseñó el amor a la Mater, tantas veces me resistí con argumentos a sus planteamientos; hija pródiga, no obstante usted jamás perdió la fe en mi; usted se sabía un instrumento, y sabía que el resto no estaba en sus manos.

Un papá que me hizo sentir única

Tempranamente, a los 19 años, me regaló una medalla con la imagen del santuario. Era una pieza única que a usted le habían regalado para su ordenación.

Nunca me confundió con mi hermana melliza; tenía muy claro mis debilidades y fortalezas y sobre las fortalezas me condujo con firmeza y ternura  hasta el fin de sus días.

Un sacerdote que se la juega para siempre

Ud. me prometió rezar por mí todos los días, muchas veces le pregunté si seguía en la lista de sus oraciones y en una oportunidad me contestó que yo estaba en un lugar inamovible de su vida sacerdotal. Fueron 46 años de fidelidad.

Un Pastor disponible

Su libreta era para ser llenada por sus hijos y personas que lo requirieron; no tenía tiempos propios; su vida era el servicio total a quien lo necesitara. Su preocupación era no hacer más.

Su acompañamiento espiritual concluía muchas veces en el sacramento de la reconciliación donde se transfiguraba y aparecía JESÚS, porque las penitencias que me daba eran de alguien que conocía profundamente a la persona.

Un Padre que cuida la vida

Su preocupación por mí era cuanto cansancio había en todo lo que le contaba, yo esperaba felicitaciones cuando me hacía cargo de un nuevo apostolado o tarea y él movía la cabeza y me decía “MARTA, MARTA (en relación al texto evangélico).

Sabía y conocía las necesidades de  mis 4 hijas según lo que vivían en cada etapa. Su visión era magnífica, me entregaba gran tranquilidad y como siempre me orientaba al Santuario, “convérsele y pídale claridad a la Mater”. 

Un servidor  fiel y disciplinado

El primer destino fue la juventud femenina universitaria de Santiago. Luego vendría Portugal; supimos que fueron tiempos complejos en ese país como también los que se vivían en Chile. Su manera de contactarse era a través de cartas escritas a máquina porque su letra ni usted mismo se la entendía. Luego será Concepción, Temuco, y ya en Carrrascal pude retomar los encuentros en forma personal; y por último en Bellavista.

Cada destinación la cumplió con heroísmo y filialidad, como un hijo del fundador.

¡Cuánto dolor experimentó cuando su salud no le permitió hacer la misa de 12 en Bellavista! ¡Disciplinadamente lo aceptó!

¡Cómo admitió su traslado a la casa de la salud, con la dolorosa duda de que en esa casa  podría hacer menos acompañamiento espiritual, que era su sentido de vida! ¡Disciplinadamente lo aceptó!

Un pastor con los pies en la tierra

¡Cómo gozaba con los encuentros en las casas, el tecito, las paltas, el arrollado, la "lechita", el cine, el teatro! Y además, siempre preocupado de  la contingencia del país.

Un Padre que se hizo HIJO

Tuve el privilegio de acompañarlo muy de cerca en su etapa final, en la casa de los padres mayores, cuando su salud física se debilitaba hasta avanzar al estado de postración total.

Fueron los últimos 6 meses el tiempo de mayor complicidad, cercanía y hondura espiritual.

Su silencio me hablaba… UN TIEMPO SIN TIEMPO.

Por último, GRACIAS porque decidió partir el día y la hora que entraba a mi casa después de un viaje, y así pude decirle de cerca, y por la última vez, que fue privilegio haber sido su hija.

Lola O´Ryan Soro

Septiembre 2017

*Si quieres compartir con nosotros tu testimonio sobre el padre Jaime, puedes enviarlo a schvivo2012@gmail.com. - También puedes agregarlo como comentario breve al final de este artículo.