¿Sólo son personas los fetos femeninos?

En un tema tan sensible como el aborto, el lenguaje no es nunca neutral. Se utiliza siempre como un arma de persuasión y se incurre en inexactitudes. Pero hay una diferencia sustancial entre el lenguaje de los abortistas y los defensores de la vida. Muchos abortistas, por ejemplo, hablan del embrión o feto como cúmulo de células o tejidos, cuando es obvio que el feto no es un mero tejido.

Y es que, fuera del contexto del aborto, es una forma de expresarse que no se utiliza jamás. Por su parte, los defensores de la vida prenatal hablan del feto o embrión como niño. Es cierto que técnicamente esta última expresión no es correcta, pero resulta conforme con la que se utiliza en la vida ordinaria. En efecto, el ecógrafo no le dice a la mujer embarazada que observe el corazón de su embrión (y mucho menos de su cúmulo de células), sino que le enseña el corazón del "bebé"; tampoco le informa de que el "feto es de sexo femenino" sino que le dice que es una "niña". La embarazada tampoco dice "el feto me ha dado una patada" ni se le pregunta "¿cuándo nace el feto?". Resulta curioso que todo el mundo (incluidos los abortistas) se refieran al no nacido en estos términos y, sin embargo, cuando nos adentramos en el campo del aborto, se considere que la utilización de estas palabras constituye una manipulación o un prejuicio religioso para angustiar a las mujeres y privarlas de su "derecho a decidir".

El Aborto en La India

Pero la manipulación no queda ahí. Como es sabido, existen países en que, por diversas circunstancias, se rechaza tener niñas. Por ejemplo, en La India se ha prohibido por ley el hacer ecografías, salvo por razones de salud, para evitar que, descubierto que se va a tener una niña, se aborte. Pues bien, el fenómeno del aborto de fetos femeninos ha sido calificado como feminicidio y se ha considerado como uno de los ataques a la mujer, pese a que las legislaciones de muchos países niegan a los fetos su condición personal.

Respecto de este problema, el diario El País de Madrid (en su edición del 18 de febrero de 2007) informaba que en la India se había puesto en marcha un programa que pondría cunas en todos los distritos del país para que los padres puedan abandonar allí a sus hijas recién nacidas cuando no quieran criarlas, con el fin de combatir los dos millones y medio de feticidios (la noticia evita el término aborto). Se trata de un fenómeno que, sorprendentemente, se produce sobre todo en las zonas más ricas del país y con mayor índice de alfabetización, y no en el medio rural.

El problema continúa en la actualidad. El 4 de marzo de 2010, el diario The Economist titulaba un artículo como "Gendercide". Éste dice que, en su criterio, parafraseando a Bill Clinton, el aborto debería ser legal, seguro y poco frecuente. Pero denuncia la situación que se produce en China y en el norte de India, donde nacen 120 niños por cada 100 niñas, en un contexto en el que naturalmente nace una ligera cantidad mayor de niños para compensar la mayor susceptibilidad de éstos a las enfermedades infantiles. Sólo en China hay más hombres jóvenes solteros que toda la población joven masculina de Estados Unidos. En todas las sociedades los varones jóvenes sin raíces son una fuente de problemas. En la sociedad china se han incrementado los índices de criminalidad, el tráfico de novias, la violencia sexual e incluso el suicidio femenino y las cifras aumentarán más cuando las generaciones descompensadas alcancen la madurez.

Parece incomprensible escandalizarse del aborto selectivo contra las mujeres, sin escandalizarse al mismo tiempo del aborto en sí (si el aborto no mata una persona humana, no mata tampoco a una persona de género femenino).