Un artículo de a Revista Vínculo

UN TIEMPO PARA CRECER- P. Juan Pablo Rovegno Michell

Propuesta de la Dirección Nacional para acompañar la reflexión personal y comunitaria en el tiempo que vivimos.

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"Siempre habrá conflictos. Esto no hace daño. Deben surgir conflictos. Es una gran bendición. Cuando no hay conflictos, el agua poco a poco se estanca y se pudre. Lo totalmente original de nuestro Movimiento es que nosotros hemos establecido principios que aplicados sanamente –por supuesto, esto es esencial– hacen casi imposible un estancamiento.

Por eso en este contexto también estoy agradecido a todos aquellos que en el transcurso de los años han expuesto sus críticas. Por cierto que amargas y duras, pero mejor así que ninguna crítica. Demasiado grande es el riesgo de que nos ensalcemos a nosotros mismos, sobre todo porque representamos algo nuevo. (...) Me parece que de todo lo que hemos conversado podemos extraer como conclusión que, ante todo, queremos aprender a practicar la sana crítica en el propio campo. Esto vale para la Iglesia en general, pero también para la Iglesia en pequeño, para nuestro Movimiento"

(Conferencia de los ejercicios espirituales para la Federación de Mujeres y Hermanas de María, Schoenstatt, 24-30 de agosto de 1930. También en: José Kentenich, Una presentación de su pensamiento en textos. Tomo 3: El mundo de los vínculos personales, ed. Herbert King, Santiago de Chile 2015, págs. 116-117)

 

Querida Familia,

Este texto de Nuestro Padre bien nos puede ayudar a comprender el tiempo difícil y desafiante que vivimos como una gran oportunidad y con mucha esperanza.

A todos nos pilló de sorpresa el proceso que vivimos y que nos está exigiendo grandeza y humildad: grandeza para mirar con fe y espíritu dialogante el camino que estamos recorriendo y humildad para hacer este proceso, sin ceder a la tentación de una actitud defensiva o disruptiva. En nuestro lenguaje, tenemos el desafío de vivir esta crisis y proceso orgánicamente, aplicando todo lo aprendido en leyes y herramientas pedagógicas para nuestra propia autocomprensión.

En esta edición de Revista Vínculo queremos colaborar para dar un paso en este camino, que nos pueda ayudar a ir poco a poco transitando desde la aceleración y el desborde (excesiva información, poca información, necesidad de aclarar y conocer la verdad de los hechos, toma de posición, desconfianza, incertidumbre, conversatorios, defensas, críticas, reflexiones variadas...), a una etapa de decantación, diálogo y reflexión. Sin renunciar a la necesidad de escucha.

Si hay algo que nos hermana en este proceso es que todos nosotros sin excepción (miembros de los Institutos, Federaciones, Ligas y la Familia en general), estamos haciendo un proceso de asimilación, integración y comprensión de los hechos. Ninguno tiene el conocimiento total y la síntesis, esto nos hace ser solidarios con el proceso que cada comunidad y cada persona estamos haciendo, sobre todo cuando los hechos que han motivado esta crisis han despertado sentimientos de dolor, de desilusión, de desconfianza y molestia. 

En ese sentido esta crisis y proceso nos ayudarán al menos en tres dimensiones:

1. Un conocimiento más completo, objetivo y sistemático de nuestra historia con sus luces y sombras (su claroscuro), para una integración providencialista de la misma:

Para nuestra espiritualidad de Alianza que tiene su fuente de origen y desarrollo en la historia, será una oportunidad privilegiada para integrar esta etapa de nuestra historia con sentido salvífico. En este punto resultará fundamental el diálogo y complemento de los contextos históricos, ya que si bien las categorías actuales nos exigen nuevos acentos (trasparencia, verdad, diálogo franco y abierto, opinión y toma de posición, mayor sensibilidad frente a cualquier conducta abusiva y una solidaridad ante cualquier experiencia de vulnerabilidad, etc), también hay que considerar el valor y los límites objetivos y subjetivos de categorías anteriores (sigilo, respeto, pudor, intimidad, silencio, proceso, obediencia, ignorancia, etc.).

2. Una oportunidad para confrontar, profundizar y renovar nuestro carisma en ejes fundamentales: la historia como el espacio de Alianza, la experiencia filial como experiencia fundamental para el pleno desarrollo de la personalidad; el valor de lo humano y la causa segunda como "expresión, camino y seguro" de la experiencia sobrenatural; el organismo natural y sobrenatural de vinculaciones, sus relaciones, posibilidades y límites; el valor y sentido de la autoridad como servicio desinteresado a la vida confiada; la educación a la libertad.

3. Una profundización del lugar de Nuestro Padre Fundador como punto de contacto vital para nuestra espiritualidad, lo que nos tiene que llevar a una renovada comprensión y forma de trasmisión del vínculo con él, que considere no sólo el proceso personal o comunitario, sino un rostro del fundador con sus posibilidades y límites, aciertos y errores, fortalezas y debilidades, grandeza y pequeñez. El Padre Kentenich como un instrumento humano moldeado por María y que, desde esa experiencia, se hizo trasparente de la paternidad divina.

¿Cómo vivir este tiempo? Al menos con tres actitudes que nos ayuden y una invitación más personal:

Solidariamente, porque esto a todos nos ha afectado y sorprendido, todos sin excepción estamos haciendo un proceso de asimilación.

Providencialistamente, porque creemos en la conducción de Dios en la historia, y será la posibilidad de revivir e integrar un período fundamental en la vida y el desarrollo de Schoenstatt.

Responsablemente, porque de la forma como vayamos recorriendo este camino incierto en muchos sentidos, podremos colaborar en la comunión de la Familia y entre nosotros, en verdad y en caridad.

La invitación personal es la invitación a vivir este tiempo con una renovada profundidad en nuestra vida de Alianza y con mucho ofrecimiento, como expresión de nuestro amor a la Familia. La Corona que le entregamos a la Mater el 31 de Mayo pasado, apelaba a la conversión y todos estamos recorriendo ese camino.

Esta edición quiere ayudarnos, desde diversas miradas, a tomar el pulso del proceso que vivimos, para sentirnos parte y recorrer juntos este camino personal y comunitario de reflexión.

  

P. Juan Pablo Rovegno Michell

Dirección Nacional

Schoenstatt - Chile

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