Valoremos la solidaridad

En el país hemos sido testigos, hace ya más de un mes, de eventos que nos deberían llevar a reflexionar. Me refiero a las demandas de los estudiantes, las marchas convocadas por ellos y otras organizaciones, huelgas de sectores relevantes, las consecuentes propuestas políticas acompañadas de rechazos, y un clima enrarecido de descalificaciones recíprocas entre actores políticos o representantes de sectores en pugna. Este espacio no permite hacer un análisis profundo y menos plantear posibles soluciones a cada una de estas situaciones. Sin embargo, una mirada a estos acontecimientos nos permite extraer un elemento común que se encuentre influyendo en las causas y características que han adquirido situaciones como las descritas. Propongo, de entre muchas que podríamos encontrar, aislar a la solidaridad como variable a analizar...

| Juan Emilio Cheyre (Chile) Juan Emilio Cheyre (Chile)
En el país hemos sido testigos, hace ya más de un mes, de eventos que nos deberían llevar a reflexionar. Me refiero a las demandas de los estudiantes, las marchas convocadas por ellos y otras organizaciones, huelgas de sectores relevantes, las consecuentes propuestas políticas acompañadas de rechazos, y un clima enrarecido de descalificaciones recíprocas entre actores políticos o representantes de sectores en pugna.

Este espacio no permite hacer un análisis profundo y menos plantear posibles soluciones a cada una de estas situaciones. Sin embargo, una mirada a estos acontecimientos nos permite extraer un elemento común que se encuentre influyendo en las causas y características que han adquirido situaciones como las descritas. Propongo, de entre muchas que podríamos encontrar, aislar a la solidaridad como variable a analizar.

Antes, permítame establecer que ninguno de nosotros -por si solos- ostenta cargos o responsabilidades para aspirar a entregar soluciones. Sin embargo, deberíamos tener muy presente que cada uno de nosotros como personas y como cristianos estamos llamados a incorporarnos en el actuar diario y asumir una forma de vida que contribuya a evitar que situaciones como las escritas se produzcan, y si lo hacen, se logre transitar hacia una solución.

En síntesis, la reflexión que propongo es sobre la solidaridad, buscando relacionarla con lo que está ocurriendo en Chile. A partir de allí cada cual podría identificar si algo puede hacer en relación a esta específica materia en su diario quehacer familiar, social, laboral o nacional.

Hemos olvidado el ser solidarios. Nos cuesta apoyar a otros y más aún defender principios a los cuales adherimos. La solidaridad parte por mirar al otro, exige que nos percatemos de la penuria existente en quienes están necesitados ya sea de afecto, de dinero, de apoyo; en fin de cualquier carencia que no puedan resolver o que estimen para quien la sufre es una pesada carga que les cuesta comprender o asumir.

Me permito reiterar, la solidaridad exige mirar, escuchar, conmovernos con una situación que lleve a percatarnos de una necesidad en la que se requiere de nuestro apoyo en cualquiera de las formas que este pueda adquirir. Si no tenemos la voluntad o la capacidad para identificar en el otro aquello que nos lleve a gatillar la solidaridad nunca la podremos materializar. San Alberto Hurtado- maestro de la solidaridad -hizo lo que hizo ya que sintió en carne propia el dolor de la pobreza y sus efectos, lo que lo llevó a actuar como bien conocemos.

Observando nuestra vida y nuestra sociedad creo que tenemos un grave déficit en lo que he resaltado. Cada día es menos frecuente darnos el tiempo para comprender al otro. Nunca habíamos escuchado tanto mensaje en celular o música en los múltiples artefactos que la tecnología nos entrega, pero cada día escuchamos menos los lamentos que están rodeándonos y que solo percibimos muchas veces como desagradables ruidos. La visión se nos ha ampliado, sin embargo, la mirada al dolor ajeno o a hechos que deberían llamarnos la atención se nos ha acortado e incluso a veces ha desaparecido.

Ejemplos sobran y más que dar una respuesta llamo a que cada cual identifique si su vista y oído tienen la sensibilidad para captar el signo de los tiempos y las demandas que conllevan a nivel del hogar, de nuestra actividad, del país o del mundo.

Cuando analizo los fenómenos de nuestro país, más allá de lo justo o injusto de su causalidad o de la forma que adquiere su desarrollo, pienso que en muchos de ellos existe la necesidad de ser solidarios. En otras palabras, tal vez era necesario que los políticos captaran antes de cualquier movimiento que había que apoyar- o sea ser solidarios- con demandas que ahora se expresan en otra forma.

Al mirar el rechazo a soluciones pienso que quien las propone requiere tener una temperatura muy fina de la necesidad que esa propuesta está llamada a solucionar, siendo solidarios para contribuir a ello y por otra parte quien la recibe está llamado a analizarla globalmente ya que de manera solidaria debería pensar que quien la brinda debe atender muchas más demandas que impiden la satisfacción completa de la que cada sector visualiza como la única existente.

En fin podríamos alargarnos mucho. Reitero que he aislado una sola variable de las complejas situaciones que como país enfrentamos. Sin embargo, me he permitido hacerlo ya que por una parte estimo que la solidaridad es un componente básico de muchas actitudes que podrían aliviar la carga de los momentos que vivimos y por otra ya que ella es responsabilidad que como personas podemos asumir sin cargos, títulos o poder.

Ser solidarios es tarea de todos y de todos los días. Para serlo no se necesita más que oír, percibir la necesidad de apoyar y abrir el corazón para pasar a hacerlo en nuestro ámbito concreto y diario de acción. No esperemos grandes soluciones. Partamos por hacer nuestro pequeño pero gran aporte para hacer de Chile un país de hermanos donde cada cual practique la solidaridad lo que aliviará muchos problemas y tensiones.

Juan Emilio Cheyre

Director Centro de Estudios Internacionales UC

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