Evangelio domingo 16 de octubre

Domingo 16 de octubre de 2022 | Juan Enrique Coeymans

16 DE OCTUBRE DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 18, 1 - 8

Vigésimo Noveno Domingo del Tiempo Ordinario

Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse: "En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia con-tra mi adversario'. Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'". Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto. Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuan-do venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?

Pareciera que el Señor Jesus nos quiere enseñar fuertemente: Hijos y discípulos queri-dos Yo les he enseñado que si piden el Espíritu Santo, el Padre no podrá negarlo nunca. Ahora agrego una condición más que es importante: la perseverancia en la oración. Esta condición, es para que Uds. pidan cosas importantes y fundamentales, y no solamente para que pidan cualquier cosa. La perseverancia es para validar la seriedad de sus peticiones y de sus propósitos.

Son tan claras las enseñanzas de Jesús sobre la oración, y la pregunta que me hago a mí mismo es por qué no tomo en serio en la vida diaria lo que el Señor nos enseña? Quizás es porque pido cosa s que no son relevantes, o porque no me ayudan a profundizar la fe y la relación personal con Dios Uno y Trino y el mundo sobrenatural. Mi tarea es meditar con seriedad lo que merece ser pedido al Señor y después pedir sin cesar con humil-dad y corazón de hijo sencillo.

Querido Señor Jesús, de rodillas me inclino ante Ti como Rey de todo lo creado. Te pido perdón por mi superficialidad en la oración, y sobre todo te pido la gracia de ser humilde y filial ante toda la Trinidad. Tus palabras son tan transparentes y lógicas, que no puedo sino ponerlas en práctica sin desesperarme porque no me escuchas rápida-mente, sino porque quieres probar la seriedad de mis peticiones, Señor Jesús, que a mi corazón solo le importe hacer la voluntad del Padre en cada momento de mi vida.

AMÉN

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