Evangelio domingo 4 de abril

Domingo 4 de abril de 2021 | Juan Enrique Coeymans

4 de ABRIL de 2021

Evangelio según San Juan, capítulo 20, 1-9

Domingo de Pascua. Resurrección del Señor

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos

Pareciera que el Señor nos dice: Varias veces les dije a mis discípulos que moriría y que resucitaría, pero ellos al igual que tu y los cristianos del siglo 20, no quieren recordar cotidianamente el misterio fundante de la fe, que es el misterio de mi resurrección, Porque si recordaran la resurrección, tendrían firme el convencimiento que yo soy Dios y hombre, vivirían con más conciencia que seremos invencibles y no se deprimirían por las dificultades, sino que tendrían la conciencia victoriosa, que conmigo no habrá al final derrota,

Es verdad lo que dice el Señor: la fe en la resurrección me daría aliento para no desfallecer ante las dificultades, y mirar la vida con un optimismo que no tengo todo el tiempo, aunque debo agradecer por mi natural optimismo, pero es un optimismo sicológico, y no un optimismo surgido de mi fe en la resurrección.. Mi tarea como la de muchos, es traer permanentemente al corazón, la conciencia de la resurrección de Jesús para saber que Él está siempre a mi lado y que debo tener por eso una tranquilidad básica todo el tiempo.

Señor Jesús, bendito seas por tu gloriosa resurrección. Fue tu victoria total, que determinó que tus discípulos creyeran definitivamente que tu eres hombre y Dios y estuvieran dispuestos a dar su vida por esa realidad. Señor, gracias por encarnarte, gracias por tu pasión, que fue mucho más horrorosa que todo lo que podamos imaginar, por soportar todo con humildad y silencio. Señor, pongo en tus mandos mi vida, porque todo lo bueno que haya hecho es sobra tuya, y mis caídas y mugres, son las derrotas hijas de mi cobardía, para rechazar la acción, del demonio. Bendito y alabado seas por siempre Señor.

AMÉN

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