Evangelio domingo 5 de septiembre

Domingo 5 de septiembre de 2021 | Juan Enrique Coeymans

5 de SEPTIEMBRE del 2021

Evangelio según San Marcos, capítulo 7, 31 - 37

Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: "Efatá", que significa: "Abrete". Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".

Jesús pareciera decirnos: mi tarea más importante fue revelarles el verdadero rostro de Dios, rostro de amor y de misericordia, que desea el bien de sus hijos. Y no un Dios justiciero, preocupado de buscar, escarbar y condenar los pecados. Las curaciones y sanaciones que hice, no eran lo fundamental del mensaje, era solo una demostración de que el Padre que nos ama, quiere sanarnos, y por eso les pedía a los sanados que no contaran que habían recibido curación a sus miserias físicas o espirituales.

Cuando caigo en la tentación de mirar los milagros de sanación como lo más importante, me escapaba de aprehender y entrar en el misterio de Cristo. El Señor todo lo hace bien, pero no para vanagloriarse, sino para hacer sentir el poder sanados de Dios Uno y Trino. Tengo que agradecer permanentemente que el Señor todo lo haga bien, porque es la voluntad del Padre, no porque sean perfectas sus acciones. Las realidades y acciones son perfectas cuando son según el querer de Dios.

Señor Jesús, te adoro y me inclino ante Ti que eres Dios y eres hombre. Lo que Tu hiciste en tu vida fue hacer la voluntad del Padre hasta en sus más pequeños detalles, y esa era la perfección tuya. No solo que sanaras, sino que sanabas a quien el Padre quería sanar. Tu grandeza fue estar en permanente relación con el Padre, porque hacer Su voluntad era tu comida y bebida. Señor Jesús, dame la gracia de buscar siempre el querer del Padre, y que mi vida sea un Sí verdadero a lo que el Padre desea de mí.

AMÉN

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