Evangelio domingo 8 de noviembre

Domingo 8 de noviembre de 2020 | Juan Enrique Coeymans

8 de NOVIEMBRE del 2020

Evangelio según Mateo, capítulo 25, 1 – 13

Domingo Trigésimo Segundo del Tiempo Ordinario

Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos', pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.

Medicación de Juan Enrique Coeymans Avaria

'Les aseguro que no las conozco'.

El Señor pareciera decirnos: Esta parábola muy conocida y recordada, es bastante fuerte. Porque muestra una faceta mía que suelen Uds. olvidar. Es que no abusen de mi benevolencia y misericordia, porque no haberse provisto de aceite, fue una irresponsabilidad, un no mirar lo que hay que hacer en una perspectiva más amplia y tomar las precauciones correspondientes. Las doncellas necias viven sin pensar que van a morir. Sin preparar el corazón para el encuentro definitivo después de la muerte. Son los que pecan y no se arrepienten, y es tarde para limpiar lo que se ha embarrado. Hijos queridos no sean necios.

Nunca había pensado que esta parábola se me podía aplicar. Pero es cierto. Soy muchas veces necio, no me preocupo de estar en gracia y tiro hacia adelante la confesión y el arrepentimiento de mis pecados, entonces puede llegar la muerte de repente, y me va a encontrar con mi lámpara sin aceite. Creo en la misericordia del Padre, pero no debo olvidar que el abuso de la misericordia es también un pecado grave. Es tomar a Dios como alguien indolente. Mi tarea es vivir en serio mi fe.

Señor Jesús, te pido perdón por todas las veces que he sido indolente, superficial y frívolo. Tu no te mereces que yo abuse de tu bondad y de tu amor de misericordia. Esa clemencia tuya debe encontrar en mi alma una respuesta: serte fiel hasta en los más pequeños detalles, y no dejar ningún día de hacer un acto de contrición perfecta para vivir como un hijo agradecido del Padre, de Ti y del Espíritu Santo. Bendito y alabado seas Señor, pero no solo con palabras sino con el corazón, y con los hechos.

AMÉN

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