Evangelio jueves 1 de abril

Jueves 1 de abril de 2021 | Sebastián Castaño

1° de ABRIL del 2021

Evangelio según San Juan, capítulo 13, 1 – 15

Jueves Santo. Misa de la Cena del Señor

Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: "¿Tú, Señor, ¿me vas a lavar los pies a mí?". Jesús le respondió: "No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás". "No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!". Jesús le respondió: "Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte". "Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!". Jesús le dijo: "El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos". Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: "No todos ustedes están limpios". Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: "¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor; y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes."

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

"Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte"

Jesús parece decirnos: el acto del lavado de pies a mis discípulos también lo quiero hacer con ustedes. Quiero aliviar su carga y limpiar sus pies que están sucios y cansados por el camino de la vida. Yo los amo hasta el extremo y quiero servirlos. Recuerden que el verdadero amor de mi Padre es incondicional, es humilde y es paciente... El quiere que lo aceptes con un corazón abierto a acogerlo. Luego podrán ser ustedes quien sirvan y entreguen ese amor del Padre a quienes los rodean.

El dejarse lavar los pies por Jesús que es Dios supone un acto de humildad y voluntad de nuestra parte: en primer lugar, reconociendo que necesitamos ser lavados de nuestros pecados, y en segundo lugar, la voluntad para ofrecer abiertamente nuestras debilidades ante Dios en la confesión. Si no nos dejamos lavar por Cristo, reconociendo nuestro pecado y necesidad de Él, no estamos aceptando plenamente su amor. Él quiere limpiarnos para darnos nueva vida, alegría, guía, fortaleza. Luego es Jesús mismo quien se pone a nuestro servicio y carga con nuestros dolores.

Querido Jesús, gracias por amarnos hasta el fin. Nos dejaste el ejemplo de tu vida al servicio de los hombres, nos dejaste tu Palabra, y nos entregaste tu cuerpo en la Eucaristía. Ayúdame Jesús a logar servir más, a no guardarme sino a darme con humildad y entrega por otros. Pongo en tus manos Jesús todas mis debilidades, y te pido que me limpies para poder ser digno de recibirte en mi corazón. Te agradezco el regalo de la vida y de la familia que me has encomendado amar.

AMEN

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