Evangelio jueves 16 de enero

Jueves 16 de enero de 2020 | Philippe Morizon

16 de ENERO de 2020

Evangelio según San Marcos, capítulo 1, 40 – 45.

Jueves de la Primera Semana del Tiempo Ordinario

Entonces se le acercó un leproso para pedirle ayuda y, cayendo de rodillas, le dijo: "Si quieres, puedes purificarme". Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado". En seguida la lepra desapareció y quedó purificado. Jesús lo despidió, advirtiéndole severamente: "No le digas nada a nadie, pero ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio".

Meditación de Philippe Morizon Rubio

Jesús, conmovido, extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda purificado"

Jesús pareciera decirnos: Amigos míos, quise hacerme uno más en medio de ustedes para que vean cuánto nuestro Padre Dios se conmueve por su creación más preciada. Así como alguna vez me emocioné por la fe y sufrimiento de leprosos, y los purifiqué, así también nuestro Padre del cielo se conmueve con ustedes. Él conoce bien sus corazones heridos y anhela poder sanarlos, pero respetando la libertad de cada uno, solo espera un sincero y confiado: "si quieres, puedes purificarme".

Me enternecen estos pasajes del Evangelio en los que se muestra la profunda humanidad de Jesús. Me imagino la escena, un Jesús que va recorriendo los pueblos y casas de Galilea seguido de multitudes, pero que se detiene frente al leproso –a ese despreciado, con olor a putrefacción y la piel cubierta de llagas- se conmueve ante su súplica respetuosa, y lo sana tocando sus heridas. A veces olvido que Jesús era así de cercano y tiendo a imitar una imagen falsa de Jesús, un Dios lejano, que no compromete sus afectos con quiénes lo rodean.

Señor, te alabo y te doy gracias, porque siendo plenamente Dios, me enseñas sobre mi humanidad. Tú, que sufriste con nosotros y como uno de nosotros, me ayudas a ser más persona. Dame la gracia de ser más atento ante las necesidades de mis hermanos, en especial de aquellos que sufren en sus cuerpos y en sus almas, y regálame esa capacidad tuya de poder hacer un alto, y considerar a mi hermano y a mi hermana como si fueran los únicos en este mundo.

AMEN

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