Evangelio jueves 28 de marzo

Jueves 28 de marzo de 2024 | Osvaldo Andrés Iturriaga

28 de marzo de 2024

Evangelio según San Juan 13, 1-15

Jueves Santo

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y este le dice: «Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde». Pedro le dice: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Simón Pedro le dice: «Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza». Jesús le dice: «Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo.

«Si no te lavo, no tienes parte conmigo»

Jesús parece decirnos: también quiero lavar tus pies, acepta que lo haga. Quiero aliviar tu carga y limpiar tus pies que están manchados y cansados por el camino de la vida. Yo los amo hasta el extremo y quiero servirlos día a día. Recuerden que el verdadero amor de mi Padre es incondicional, es humilde y es paciente... Él quiere que lo aceptes con un corazón abierto a acogerlo. Luego podrán ser ustedes quien sirvan y entreguen ese amor del Padre a quienes los rodean.

Dios me ofrece lavarme para que pueda compartir su suerte: tener verdadera vida y paz. Siempre está la tentación de sentir que estoy limpio y que no necesito ser lavado, es decir, me cuesta aceptar y reconocer que soy necesitado de la misericordia de Dios Padre. El acto de humildad de Jesús, nos invita a adoptar una actitud disponible ante el querer de Dios: que nos acerquemos confiados para recibir su misericordia y queramos acoger el amor incondicional que nos regala.

Querido Jesús, te doy gracias por haberte hecho hombre y aceptar con humildad y entrega ser el Siervo del Padre. Aun cuando el Padre puso todo en tus manos fuiste humilde y obediente para aceptar su voluntad y amarnos hasta el extremo. Ayúdame Jesús a lograr servir más, a no guardarme sino a darme con humildad y entrega por otros. Pongo en tus manos todas mis debilidades, y te pido que me limpies para poder ser digno de recibirte en mi corazón. Te agradezco el regalo de la vida y de la familia que me has encomendado amar.

AMÉN

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