Evangelio jueves 5 de marzo

Jueves 5 de marzo de 2020 | Philippe Morizon

5 de MARZO de 2020

Evangelio según San Mateo, capítulo 7, 7 - 12.

Jueves de la Primera Semana del Tiempo de Cuaresma

Jesús dijo a sus discípulos: Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Quién de ustedes, cuando su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan! Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.

Meditación de Philippe Morizon Rubio

Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará cosas buenas a aquellos que se las pidan!

Jesús pareciera decirnos: Amigos míos, ustedes son hijos de nuestro Padre Dios. Él los creó con amor y quiere a cada uno de ustedes como verdaderos hijos. Pero muchas veces ustedes son tan porfiados que no se dan cuenta de los regalos que Él les hace todos los días, y tan orgullosos que no se toman la confianza de pedirle aquello que necesitan. Como herederos del Reino, pidan con fe y humildad, y recibirán lo que es bueno para ustedes. Y no olviden que no hay oración más perfecta que la de aquel que no pide para sí, sino para que se haga la voluntad del Padre en la tierra como en el cielo.

Las palabras de Jesús me llegan hasta los huesos. Él sabe cuántas veces nuestro Padre Dios ha escuchado mis oraciones y aunque a veces no me ha dado aquello que busco, siempre me ha sorprendido con algo más grande. Pueden ser muchas las ansiedades, los dolores y las preocupaciones, pero no hay nada más grande que el sentirme verdaderamente hijo amado y regalado del Altísimo y de la Santísima Virgen, que intercede por mí y por mis hermanos siempre.

Señor, te doy gracias por la vida y los dones recibidos. Te alabo porque eres la fuente de mi verdadera alegría y me animas a compartirla con los demás. Te pido perdón por todas aquellas veces en que no he confiado en tu providencia divina y he querido que se haga mi voluntad y no la del Padre. Dame la gracia de discernir tu voluntad y que me parezca cada día más a ti, para que como instrumento, pueda regalar tu amor a otros hijos tuyos que hoy no se sienten como hijos.

AMÉN

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