Evangelio lunes 27 de abril

Domingo 26 de abril de 2020 | Magdalena Fernández

27 de ABRIL del 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 6, 22 - 29.

Lunes de la Tercera Semana de Pascua

Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?". Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado".

Meditación de Verónica Muñoz de Bascuñán

Jesús parece decirnos: No me pregunten cuando llegué ya que cada vez que me busquen yo estaré a su lado. Vieron mis signos, comieron de mi pan pero lo más importante es la Fe que tengan en mí, en que procesen en su corazón que yo soy el enviado de Dios que les trae la buena nueva de una vida eterna. Yo llegué para hablarles de la verdadera vida. Nunca estarán solos ya que desde que estoy con ustedes los he confiado a mi Padre Dios y Él siempre los protegerá.

Jesús llegó a este mundo y es una realidad como predicó un sacerdote en la misa de resurrección. El vino por mi salvación. Que maravilla me trajo una esperanza de una mejor vida, me dio a conocer un lugar donde estaremos junto a los que han partido antes que nosotros y a los cuales extrañamos demasiado. Él llegó a mi vida siendo yo una niña y mi fe la he ido haciendo cada vez más propia y profunda, me ha conquistado con su palabra y siempre agradeceré mi amor por Él.

Señor Jesús, al igual que la muchedumbre, muchas veces te busco y sé que tu estás ahí a mi lado. Quisiera saciarme con el verdadero alimento que es la Eucaristía. Ahí llegas más profundamente a mi corazón. Señor Jesús, gracias por tu cercanía, por tu protección por los hombres. Cuando esté sin fuerzas para esta vida agitada hazme encontrarte en medio de los hombres. Siento mi pequeñez ante tu grandeza y ante el tumulto que te busca. Ayúdame a nunca perder el camino que me lleva hacia ti y así encontrar lo bueno que hay en mi para servirte. Que mi alianza con tu Madre sea lo que me ata a tu corazón.

AMÉN

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