Evangelio martes 22 de octubre

Martes 22 de octubre de 2019 | Francisco Bravo

22 de OCTUBRE del 1019

Evangelio según San Lucas, capítulo 12, 35 - 38

Martes de la Vigésima Novena Semana del Tiempo Ordinario

Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando en su llegada

Es como si Jesús me dijera: "Está preparado tú también. Sé como los hombres que esperan el regreso de su señor. Y con eso me refiero a que tengas preparada tu alma, lo que va más allá de la confesión. Puede que no tengas ningún pecado, pero si no estás dedicando tu vida a aquello para lo cual estás en el mundo, entonces no te estás preparando bien. Y también cuida tu atención, el empeño que pones en las cosas. Pon tu corazón en lo que haces. Hazlo bien y consciente de qué significa.

Me impacta este texto. Siento que hago tantas cosas y que son tan dispersas, que me quedo con la sensación de no estar preparando bien mi vida para la vida de más allá. Hago cosas, pero no sé si son las cosas correctas. Y tampoco creo hacerlas con todo el corazón. Me siento desparramado. Me pregunto si retirarme un tiempo me va a dar foco. O si continuar adelante y tratar de ordenar la carga en el camino permita llegar a donde el Padre del Cielo quiere que llegue. Estoy perdido y tengo la sensación que, si llega el señor de la casa, no me va a encontrar haciéndolo todo lo bien que podría.

Jesús, sé tú mi guía y muéstrame cómo ser un buen siervo tuyo. Y si vienes a buscarme y me encuentras desenfocado o sin la fecundidad que tú esperabas, que al menos me encuentres haciendo mi mejor esfuerzo. Envía tu Espíritu Santo para que me haga diligente y atento, y que pueda dedicar mis fuerzas a construir el Reino de Dios, el reino tuyo, acá en la tierra. Quiero ser trabajador y atento, con la humildad de saberme pequeño y limitado, pero con la confianza de tu compañía y cuidado.

AMÉN

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