Evangelio martes 5 de septiembre

Martes 5 de septiembre de 2023 | Juan Enrique Coeymans

5 de septiembre del 2023

Evangelio según San Lucas capítulo 4, 31 - 37

Martes de la vigésima segunda semana del Tiempo Ordinario

Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad. En la sinagoga había un hombre que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con fuerza; "¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre". El demonio salió de él, arrojándolo al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño.
El temor se apoderó de todos, y se decían unos a otros: "¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y poder a los espíritus impuros, y ellos salen!". Y su fama se extendía por todas partes en aquella región.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?"

Jesús pareciera decirnos en este texto del Evangelio: Hijos y discípulos míos, el demonio existe, y anda siempre rondando para influir en sus vidas. No tengan miedo de su acción, porque Yo estoy siempre cerca de ustedes dándoles fuerzas para repeler la acción del maligno. Y el mejor exorcismo es el amor. No hay nada que le irrite más al demonio que encontrarse con un hijo mío que ama, porque ahí no entra Satanás. Porque el amor es fuerza de Dios Uno y Trino para sus vidas.

Cada vez que soy egoísta, en que lo que más me importa soy yo, ahí entra sutilmente el diablo. No con cosas espectaculares que asustan, sino es una entrada sigilosa y viperina, que va rellenando el alma de puro amor a uno mismo y no de amor, ahí podemos ser tentados, y la vida al final no se llena de alegría, de pureza y transparencia . En situaciones de egoísmo el corazón no está abierto al amor sino a la autorreferencia, hay que expulsar su influencia con generosidad, y con misericordia.

Señor Jesús te adoro y reconozco como mi Rey y Salvador. Como al Hijo del Padre desde toda eternidad, que expulsas con el puro amor al hijo de las tinieblas. Te agradezco de todo corazón tu cariño y tu fidelidad para con nosotros. Te pido que mantengas mi corazón con la alegría y la sencillez que da el querer siempre hacer la voluntad del Padre. Que me examine cada noche sobre el amor: qué sacrificio hice por algún necesitado, por quién recé, por quién me sacrifiqué para ahuyentar al maligno de mis cercanías.

AMÉN

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