Evangelio martes 6 de julio

Martes 6 de julio de 2021 | Juan Francisco Bravo

6 de JULIO del 2021

Evangelio según San Mateo, capítulo 9, 32 - 38.

Martes de la Décimo Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

"...todas las ciudades... todas las enfermedades..."

Jesús me dice: "Por todas las ciudades, todas las enfermedades, todas las personas. Así voy yo: de lugar en lugar, de mejora en mejora, de corazón en corazón. Mira a los colibrís, que descansan tan poco y se ven tan livianos. Así es mi vuelo. Como el colibrí, también, voy polinizando los corazones. Aprende tú también de este vuelo, y no te ofusques ni te aferres a lo que tú esperabas. ¿Acaso crees que tú puedes definir cuál es la vinculación que estaba ahí desde antes? No. No puedes, y tampoco te conviene. Vuela y fecunda."

Ante este texto pienso en tantos sacerdotes: amigos y formadores. Pero, hoy, hay una parte del texto que se queda en mí con más fuerza aún. Cuando habla de todas las ciudades y todas las enfermedades. ¡Qué aseveración más absoluta! Me parece imposible. Y, sin embargo, ahí está en el texto: tal cual. Y la fe me enseña que, si está escrito así es porque es importante que esté en esa forma. Entonces me doy cuenta de qué manera Jesús va visitando mis propias ciudades y curando mis enfermedades. Y siento mi corazón clamando que, al fin, Cristo visite todo y cure todo. Sin excepción, sin parcelas.

Jesús, amigo y maestro: ¡ven conmigo! Visita en mí todo, sana en mí todo; aún cuando me parezca imposible que lo hagas, aún cuando me parezca poco práctico, aún cuando no me calce con mis cálculos. Toma todo lo que hay. Enséñame tú también a aceptar y bienvenir las cosas tal como son, en su totalidad, y no en la forma parcial en la cual yo tiendo a verlas, para acomodarlas a mi juicio, a mis expectativas o protegerme de mis miedos. Dame paciencia y sencillez para encontrarme contigo en la forma que tú eres, no en la forma a la cual yo quiero amoldarte.

AMÉN

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