Evangelio martes 8 de marzo

Martes 8 de marzo de 2022 | Juan Francisco Bravo

8 DE MARZO DEL 2022

Evangelio según San Mateo capítulo 6 7 - 15

Martes de la Primera Semana del Tiempo de Cuaresma

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.

Meditación de Juan Francisco Bravo Collado

Cuando oren no hablen mucho

Jesús diciéndome: "Cuando ores, no hables mucho. Escucha más. Está presente. Habita en el momento. Habla sencillo. Si hablas sencillo te presentarás ante mí de forma sencilla. Recoge y bendice todas las formas de rezar que yo he ido poniendo en el camino de tu vida. No tengas miedo de encontrarme en formas nuevas o que otros no consideran oración. Date permiso para experimentar la unión conmigo en la forma en que ella se presente: hablando, callando, bailando, cantando, en una ducha fría, en un día de ayuno, en el disfrute de una comida rica, en el descanso, haciendo ejercicio. Todo está hecho para el hombre. Ábrete."

Pienso en las formas de rezar que se me han mostrado. Recuerdo que en algún momento no me gustaba rezar oraciones repetidas, leídas o memorizadas; después, de a poco, he aprendido a valorar el tesoro que hay en esos rezos. Estos últimos años, además, ha sido bonito aprender a rezar un poco con el silencio y la escucha. También con el cuerpo: buscando o quitando calor, movimiento o alimentos. O respirando. Me doy cuenta de que una y otra vez ha habido en mi vida gente generosa que me ha mostrado nuevas formas de rezar y de unirme a Dios. Me siento lleno de gratitud con ellos y la Providencia.

Jesús: aquí estoy. Pon tú las palabras de mi rezo. O no las pongas y déjame habitar el silencio que me ofreces para encontrarte. Pero, pase lo que pase, dame el regalo de encontrarme contigo. Que te reconozca y te pueda servir a través de estos encuentros. Gracias porque eres el verbo que se hace carne, y que he podido vivenciar con claridad tu presencia mucho más allá de la palabra y de las ideas: te he encontrado en mi vida y en mi cuerpo. Gracias porque te haces carne en la eucaristía. Gracias porque te haces carne en mis hermanos y en la naturaleza. Gracias porque a mí también me llamas a corporalizar tu presencia concreta en el mundo de maneras tan lindas y novedosas.

AMÉN

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