Evangelio miércoles 13 de mayo

Miércoles 13 de mayo de 2020 | Osvaldo Iturriaga

13 de MAYO del 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 15, 1 - 8

Miércoles de la Quinta Semana de Pascua

Nuestra Señora de Fátima. Memoria libre

«Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que no da fruto en mí la corta. Y todo sarmiento que da fruto lo limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado, pero permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Un sarmiento no puede producir fruto por sí mismo si no permanece unido a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a los sarmientos, que los amontonan, se echan al fuego y se queman. Mientras ustedes permanezcan en mí y mis palabras permanezcan en ustedes, pidan lo que quieran y lo conseguirán. Mi Padre es glorificado cuando ustedes producen abundantes frutos: entonces pasan a ser discípulos míos.

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

Un sarmiento no puede producir fruto por sí mismo si no permanece unido a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí.

Siento como si el Señor me dijera "no olvides que todo lo que haces, sólo cobra sentido y tiene frutos, si es que lo haces buscando la voluntad del Padre. Si, por el contrario, te dedicas a hacer y hacer, buscando tus propios objetivos -por nobles que puedan parecer-, sólo por ti mismo, tus esfuerzos van a ser estériles. Tú mismo has visto en tu vida que tus acciones más fructíferas, esas que te han llenado al corazón, han sido aquellas que has hecho unido a mí, buscando el Reino de Dios primero y no tu propia satisfacción.

Qué imagen tan cotidiana y tan concreta la de un sarmiento que quiere crecer y dar frutos, pero está seco, estéril. Mientras más responsabilidades voy adquiriendo en la vida, más fácil es caer en la tentación de creer que las cosas dependen de mí, y mi relación con Cristo puede pasar a ser otra de las tantas actividades que hago en la semana. Con este pasaje siento el llamado nuevamente a permanecer en constante unión con el Señor; que esta unión marque todas mis decisiones, desde lo que hago en el trabajo, hasta las cosas que digo, cómo me refiero a los demás, cómo trato a cada persona que la vida me por delante.

Señor Jesús, soy tan duro de cabeza. Sé que mantenerme unido a Ti hace que mi vida sea más sencilla; me ayuda a estar en paz, hace que mis cruces sean más llevaderas y, sobre todo, me permite abrirme y entregar algo de tu amor a los demás. Ayúdame a permanecer fiel a la oración y a hacerte parte de mi día a día, para que pueda mirar a mi prójimo con tus ojos, hablar con tus palabras, y ser un instrumento de justicia y paz en medio de las tormentas de este mundo.

AMÉN

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