Evangelio miércoles 23 de diciembre

Miércoles 23 de diciembre de 2020 | Osvaldo Andrés Iturriaga

MIÉRCOLES 23 de DICIEMBRE DEL 2020

Evangelios según San Lucas, capítulo 1, 57 - 66

Semana de Navidad ( 23 de Diciembre)

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?"."

Siento como si el Señor me dijera: "yo actúo permanentemente en el mundo, en la vida de cada persona, en la tuya propia. Si no te tomas el tiempo de rememorar, de guardar en tu corazón las cosas y contemplarlas, la vida pasará delante de ti sin que seas capaz de apreciar y saborear la importancia de cada momento. Sobre todo, pasarán los días y los acontecimientos sin que notes mi presencia, sin que puedas escuchar lo que el Padre te quiere decir en tu propia historia".

Siempre añoro la expectación con que esperaba la Navidad siendo niño, esa conciencia de estar en un período muy especial del año, donde los adornos, canciones y películas hablaban de uno de los días más felices de la humanidad. Ahora, el ajetreo de fin de año hace que llegue al día de Navidad sin prepararme, de golpe, sin haber hecho ninguna pausa para meditar sobre lo que esta fecha rememora, cómo esta fiesta cambia todo. Hoy el Señor me invita a detenerme, a contemplar los acontecimientos de mi vida, guardarlos en mi corazón y preguntarme "qué me quiere decir Dios con esto que me ha sucedido".

Querido Señor, quisiera tal como los vecinos de Isabel y Zacarías, no pasar por alto los acontecimientos a mi alrededor, sino que guardarlos en mi corazón y meditarlos en tu compañía. Regálame en esta Navidad recuperar ese asombro de niño, para estar atento a todo lo nuevo, para poder escucharte y verte presente en mi vida y en la de los demás. Como los pastores y magos, quiero poder detenerme y simplemente contemplarte en la sencillez de ese pesebre, como Dios hecho niño.

AMÉN

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