Evangelio miércoles 4 de noviembre

Martes 3 de noviembre de 2020 | Osvaldo Andrés Iturriaga

4 de NOVIEMBRE del 2020

Evangelio según San Juan, capítulo 10, 11 - 16

Miércoles de la Trigésima Primera Semana del Tiempo Ordinario

San Carlos Borromeo, obispo. Memoria obligatoria

Jesús dijo a los fariseos: "Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. No así el asalariado, que no es el pastor y las ovejas no son suyas. Cuando ve venir el lobo, huye abandonando las ovejas, y el lobo las agarra y las dispersa. A él sólo le interesa su salario y no le importan nada las ovejas. Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí, lo mismo que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Y yo doy mi vida por las ovejas. Tengo otras ovejas que no son de este corral; a ésas también llevaré, y habrá un solo rebaño con un solo pastor."

Meditación de Osvaldo Andrés Iturriaga Berríos

"Yo soy el Buen Pastor y conozco a los míos como los míos me conocen a mí, (...) Y yo doy mi vida por las ovejas".

Siento como si el Señor me dijera "no tengas miedo, no tengas más dudas. Yo estoy aquí para protegerte. Yo te conozco, sé lo que necesitas, sé de tus miedos, de tus esperanzas y tus dolores. No temas seguirme ni conocerme: yo doy mi vida por ti, quiero lo mejor para ti, incluso cuando no lo entiendas. Cuando vengan los peligros, yo estaré siempre contigo para que no tengas que enfrentarlos solo, porque Yo no abandono jamás a mis ovejas queridaas".

En este tiempo en que nos acecha constantemente la incertidumbre y la inseguridad, qué reconfortante es recordar que tenemos un Buen Pastor, que nos conoce y nos ama. Pero también, ¡con qué frecuencia olvido esto! ¡Cuántas veces vivo como si yo fuera mi propio pastor, como si todo dependiera de mí, y termino agobiado, disperso, sin saber bien adónde ir! Hoy el Señor, me invita nuevamente a levantar la mirada hacia Él, a refugiarme en su cuidado de Buen Pastor.

Querido Señor, gracias por recordarme que tú eres mi Pastor; que tú eres el que guía y cuida mis pasos, y que yo, en mi debilidad y pequeñez, es muy poco lo que puedo hacer, por mucho que yo intente frecuentemente convencerme de lo contrario. Ayúdame a no perder nunca de vista tu guía, a volverme a mirar constantemente tu rostro de bondad. Dame la gracia de conocerte como tú me conoces a mí, para llenarme con tu paz y poder llevarla también al mundo.

AMÉN

Comentarios
Nombre:   Procedencia:
Comentario:
Código de seguridad:   captcha
Caracteres restantes: 1000