Evangelio sábado 21 de agosto

Sábado 21 de agosto de 2021 | Gonzalo Manzano

21 de AGOSTO del 2012

Evangelio según San Mateo 23, 1 - 12

Sábado de la Vigésima Semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; es gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente. En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".

Meditación de Gonzalo Manzano Gonzále

"Ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan"

Jesús parece decirme: Siempre, en la medida que sean las palabras de mi Evangelio, presten oídos y abran su corazón para que mi Palabra cale hondo en ustedes. A cada uno de ustedes, mi Mensaje llega de manera única, porque cada uno tiene una realidad distinta a la que le hablo. Todas mis palabras fueron medidas y meditadas, y no hay error en ellas. Entonces, abran su corazón a mi Palabra, y encuentren consuelo. Quienes hablan de ella, quienes la interpretan para los tiempos actuales, fueron investidos como los Apóstoles como mis representantes. Escúchenlos y rescaten lo que necesiten de ellos.

Antes, cuando escuchaba comentarios de sacerdotes o personas que hablaban de Cristo, dando testimonio de su fe y del mensaje de Él, tenían gran peso en mi conciencia, educando y guiando mi actuar, en la medida de mi consecuencia en el actuar. Pero hoy, y siguiendo los consejos de esos mismos sacerdotes, recojo sus comentarios, pero no los ensalzo. He aprendido a escucharlos y a rescatar lo que me puede ayudar a ser mejor persona, pero también a entender que la Palabra de Dios es la que está en los Evangelios, y no otra. Quizás el problema no es escucharla y entenderla, sino seguirla, porque ahí me juego la santidad.

Señor Jesús, la mayoría de las veces mi conciencia me permite distinguir cuándo eres Tú quien me propone un modo de vivir evangélico, pero es mi voluntad la débil. Fallo una y otra vez a la hora de realmente hacerte caso. No quiero ser un fariseo más, que predica lo que Tú nos propones, pero no hacemos lo que decimos. Eso me duele más que cualquier herida. No dejes, Señor, que mi consecuencia sea mediocre. Golpéame la mesa para que reaccione, y así logre seguirte de verdad. Quiero cargar tu Cruz, pero mi voluntad es débil y es un conflicto grande para mí, el no ser consecuente. ¡Educa mi voluntad, Madre querida!

AMÉN

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