Evangelio sábado 31 de octubre

Sábado 31 de octubre de 2020 | Gonzalo Manzano

31 de OCTUBRE del 2020

Evangelio según San Lucas, capítulo 14, 1. 7 - 11

Sábado de la Trigésima Semana del Tiempo Ordinario

Aconteció un sábado, que habiendo entrado para comer en casa de un gobernante, que era fariseo, éstos le acechaban. Observando cómo los convidados escogían los primeros asientos a la mesa, les refirió una parábola, diciéndoles: «Cuando seas convidado por alguien a unas bodas no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: "Da lugar a éste", y entonces tengas que ocupar avergonzado el último lugar. Más bien, cuando seas convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces tendrás el reconocimiento de los que se sientan contigo a la mesa. Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Ve y siéntate en el último lugar"

Jesús parece decirme: Con este consejo no me refiero a la falsa modestia de quien se sabe mejor que otros, pero para que lo vean avanzar en medio de los presentes, toma una posición inferior. Lo que quiero decir es que, si eres más capaz, correcto, educado y distinguido, con mayor razón deberías valorar la humildad, la discreción, ya que nada sacas con vanagloriarte de esas ventajas. Antes bien, ponlas al servicio de quien las necesite, porque para eso las tienes. La más grande felicidad del hombre pasa por ser parte de la felicidad del otro.

Usualmente, reconozco que hay que ser humilde para reconocer mis propios errores, defectos y pequeñeces, pero también la humildad me enseña a reconocer mis virtudes y características positivas. Diría que la humildad ralla en ser objetivo al observarme. Y hoy Jesús me muestra que nada de eso importa, porque pueden ser minucias al lado de cualquier otra persona. Si yo tengo buena memoria, pero no tengo disciplina, seguramente un disciplinado olvidadizo puede llegar más lejos que yo. Hoy veo que mi actitud debiese ser la humildad en todo su peso y sentido, para siempre reconocer al otro, sea quien sea, como alguien mejor.

Señor Jesús, cuando enseñabas incluso simplificabas con parábolas este Mensaje de Salvación, buscando hacer simple algo tan complejo como la Santidad. Hoy te agradezco por bajar a mi nivel de comprensión, las virtudes que me invitas a cultivar. No dejes que mi vanidad pueda más, ni que me gloríe de cosas que en realidad me has regalado Tú. En vez de eso, dame por favor la disciplina de saber guardar silencio, de meditar todo de cara a Ti, para que así no trastabille con mis propios pies. Madre Santa, te regalo lo pequeño que soy, para que me lleves de a poco hasta tu Hijo.

AMÉN

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