Evangelio sábado 5 de marzo

Sábado 5 de marzo de 2022 | Gonzalo Manzano

5 de MARZO del 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 5, 27 - 32

Sábado después de Cenizas

Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció a Jesús un gran banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: "¿Por qué ustedes comen y beben con publicanos y pecadores?". Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Los fariseos y los escribas murmuraban"

Jesús parece decirme: Deja de preocuparte por lo que los demás hacen con su vida. ¿Quién eres tú para andar juzgando al resto? Ya me encargaré Yo de ver su comportamiento. Por tu parte, dedícate en cuerpo y alma a tu salvación y el , acercar a otros a la salvación, y con eso ya tendrás bastante. Si quieres ayudar a otros a salvarse es un lindo gesto, siempre que prediques con tu ejemplo, y no andes imponiendo cruces sobre nadie, o pretendiendo evaluar a los demás sobre si están bien o mal. No seas soberbio, porque eso fue lo que sacó a Adán y a Eva del Paraíso.

Siempre me he preguntado, qué hacían los fariseos y escribas husmeando en la casa de Leví, y hoy pude ver que, en realidad, entre su morbosidad de ir a ver a los pecadores, de seguirlos para ver lo que hacían, y su afán de juzgar al resto, sin ver la viga en su propio ojo, es lo que los llevaba a espiar a los demás. Me impresiona también lo rápido que soy para también evaluar a los demás. No los corrijo ni reprendo, pero sí en mi fuero interno, pongo lápidas y juicios sobre sus hombros. Hoy me avergüenza esa forma de pensar.

Señor Jesús, hoy me quiero acercar a ti para pedirte perdón por ese abuso. Sé perfectamente que no me has dado poder ni derecho para juzgar a los demás, y así y todo soy rápido para pensar mal del resto, sin detenerme a pensar el contexto en el que ellos actúan, ni las dificultades con las que ellos lidian día a día para sobreponerse. Yo tengo mis propios demonios encerrados en mi corazón, y quiero pedirte que vayas exorcizándolos de a poco para ir acercándome más y más a Ti. Ten compasión de mí, Señor, que soy un pobre pecador.

AMÉN

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