Evangelio viernes 11 de junio
Viernes 11 de junio de 2021 | Alejandra Castelblanco11 de JUNIO del 2021
Evangelio según San Juan, capítulo 19, 31 - 37
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos. Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto
"pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados"
Jesús parece decirnos: hay situaciones dolorosas, crudas, que seguro habrán visto o han escuchado en las noticias o en la televisión. Este pasaje es una muestra de a lo que puede llegar el hombre. Hoy los invito a reflexionar en esos momentos en que ustedes han sido insensibles, en los momentos en que no se han conmovido con lo que ocurre a su alrededor, para poder pedir al Padre, sensibilidad de corazón, misericordia, piedad, compasión y así acompañar al que sufre, rezar por la miseria y ablandar el corazón de piedra que a veces tienen frente a algún hecho de la vida.
Esta Pandemia, ha traído un inmenso dolor. Son muchos los que sufren y mueren a diario. Todos tuvimos que cambiar el foco. Creo que una de las mayores enseñanzas de esto que estamos viviendo, es valorar la vida, la salud, dar gracias por estar viva. Miro a mis papás, a mi familia y pienso en lo afortunada que soy por tenerlos sanos. Estoy con mis alumnos y valoro cada una de sus palabras y gestos. Es penoso que tengamos que pasar por cosas tan fuertes para poner la mirada en lo importante y cultivar la vida interior que es la que nos sostiene y anima a seguir este camino que hoy está tan espinudo.
Querido Señor: Gracias Señor por enseñarnos que el dolor siempre tiene frutos. Tu dolor nos dio el inmenso regalo de la redención. Cada costalazo tiene su recompensa y lo que hoy me invitas a valorar es a poner atención a los detalles de cada día, a valorar cada despertar, cada posibilidad de trabajar, de vivir, de amar...Gracias por recordarme que eso es lo más importante y no abrumarse con los problemas de este mundo. Gracias por rodearme de niños que me dan una alegría indescriptible. Todos los días me acuerdo de tu frase: "Dejad que los niños vengan a mí". AMÉN