Evangelio viernes 2 de agosto

Viernes 2 de agosto de 2019 | Alejandra Castelblanco

2 de AGOSTO del 2019

Evangelio según San Mateo 13, 54 - 58

Viernes de la Décimo Séptima Semana del Tiempo Ordinario

Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados. "¿De dónde le viene, decían, esta sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José, Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde le vendrá todo esto?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo. Entonces les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo y en su familia". Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la falta de fe de esa gente.

Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto

"Y no hizo allí muchos milagros..."

Jesús parece decirnos: los milagros no se realizan para que la gente crea sino más bien, porque la gente cree. Es decir, por la fe de la persona, se realiza el milagro. Si no está sembrada la semilla de la fe en el corazón del hombre, es muy difícil que éste crea, aunque se realice un milagro frente a sus ojos, buscará una explicación racional para aquello que vio. La invitación que hoy les hago es doble: mirar a su alrededor y descubrir los milagros que están ocurriendo y también descubrir si tienen fe como para permitir que se obren milagros en sus corazones.

Este año ha sido duro en el ámbito económico. Se acaban las fuerzas y viene la desesperanza. Me cuesta esperar el milagro, me cuesta entender los tiempos de Dios y me nublo pensando en que solo mis soluciones son las válidas. Todavía no veo la luz al final del túnel, pero sé que, si no me aferro a la fe, la desesperanza me hará caer en depresión. Por eso creo que el milagro, en este caso, ha sido mantenerme unida a Cristo y abrazar esta Cruz que, aunque me cuesta, la hemos podido cargar con su ayuda. Día a día renovaré mi fe para estar atenta a los milagros.

Señor: el primer milagro, es reconocer tu amor, tu compañía, tu cariño. He sentido tu presencia en medio de la dificultad y eso me mantiene con esperanza. Te pido perdón por los momentos de flaqueza, de duda en que no veo cómo seguir adelante. Gracias por estos momentos duros que me hacen reconocer y valorar los momentos buenos. Gracias por hacernos sentir hijos pequeños en tus manos de Padre. No permitas que jamás me aparte de Ti y que, a través de María en el Santuario, experimente las gracias de Acogida, Transformación y Envío que son los milagros palpables de cada visita.

AMÉN

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