Evangelio viernes 20 de noviembre

Viernes 20 de noviembre de 2020 | Alejandra Castelblanco

20 de NOVIEMBRE del 2020

Evangelio según San Lucas 19, 45 - 48.

Viernes de la Trigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario

Y al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.

Meditación de Alejandra Castelblanco de Prieto.

"... pendiente de sus palabras"

Jesús parece decirnos: El pueblo estaba pendiente de mis palabras, supo enfocarse en lo importante, no perdió la oportunidad de escuchar. A eso los llamo Yo, a que acudan al Espíritu Santo, que con sus dones sabrá conducirlos a la sabiduría de vivir, para entender las palabras del Padre y acoger sus consejos. Tener fortaleza en las dificultades, y con su don de ciencia ver con lucidez sobrehumana las cosas del mundo. Rezar piadosamente día a día reconociendo humildemente la infinita grandeza de la Trinidad por su don de Temor de Dios. No se pierdan, sigan este consejo. Vivirán acompañados siempre.

Día a día rezo al Espíritu Santo. Me ayuda, me sitúa, me organiza, me ayuda a aprovechar mejor el día. De sus dones el que más pido es el de la Sabiduría, me falta mucha: cuando no sé qué contestar a un hijo que me enfrenta, cuando estoy en una discusión sobre la Iglesia, cuando hay discordia dentro de la familia, cuando hay que elegir un trabajo o tomar una decisión importante. Son situaciones complejas y simples a la vez, porque todos los días se nos presentan en mayor o menor relevancia. Cuando invoco al Espíritu Santo, siento un alivio interior, la decisión o como reacciono, es con Él y eso me tranquiliza.

Querido Señor: ¡¡¡ Qué grande eres!!! Estás siempre y a través del Espíritu Santo me mueves a lo correcto como al pueblo que estaba pendiente de tus palabras. Quiero recordar siempre esa tranquilidad que da al entregarme al Espíritu Santo. Quiero invocarte a diario para no equivocar el camino, para saber qué hacer, qué pensar, cómo rezar, cómo actuar...en fin todo, porque estás en todo, no importa si es grande o pequeño, te ocupas de todo porque eres omnipotente y eso me hace alabarte y agradecerte. Gracias por tu infinita paciencia conmigo, por tu compañía incondicional, tu cercanía constante tu Amor misericordioso.

AMÉN

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