La política chilena y Schoenstatt

  En general puede argumentarse que entre los miembros de Schoenstatt en Chile no existe mucho interés ni participación activa en la política. Esa al menos es mi hipótesis principal, surgida a la luz de muchos años de participación en el Movimiento, tanto en Valparaíso como en Santiago, Chile. Lo anterior resulta algo extraño ya que somos chilenos y por lo tanto sabemos de política (y de fútbol, dicho sea de paso). En este artículo me propongo señalar algunos factores para intercambiar ideas acerca de por qué los miembros de Schoenstatt parecen tan lejanos a la política, no solamente en cuanto materia de reflexión sino también como una vocación activa a la participación en asuntos públicos. En esta ocasión plantearé el tema no desde una dimensión doctrinal -la Doctrina Social de la Iglesia sobre política la conocemos y adherimos a ella- sino desde una perspectiva distinta, directa, realista, empírica, según mi experiencia y visión personal, que puede ser congruente o discrepante con la de los lectores (si es que alguno, digo)...

| Patricio Chaparro N. (Chile) Patricio Chaparro N. (Chile)

 

En general puede argumentarse que entre los miembros de Schoenstatt en Chile no existe mucho interés ni participación activa en la política. Esa al menos es mi hipótesis principal, surgida a la luz de muchos años de participación en el Movimiento, tanto en Valparaíso como en Santiago, Chile.

Lo anterior resulta algo extraño ya que somos chilenos y por lo tanto sabemos de política (y de fútbol, dicho sea de paso).

En este artículo me propongo señalar algunos factores para intercambiar ideas acerca de por qué los miembros de Schoenstatt parecen tan lejanos a la política, no solamente en cuanto materia de reflexión sino también como una vocación activa a la participación en asuntos públicos.

En esta ocasión plantearé el tema no desde una dimensión doctrinal -la Doctrina Social de la Iglesia sobre política la conocemos y adherimos a ella- sino desde una perspectiva distinta, directa, realista, empírica, según mi experiencia y visión personal, que puede ser congruente o discrepante con la de los lectores (si es que alguno, digo).

Además, los factores explicativos que plantearé serán visualizados como en un continuum, en que ellos pueden estar ubicados entre un extremo u otro, como por ejemplo en algún punto del continuum consenso-conflicto, y así también para los demás factores propuestos, en el entendido que la realidad política es compleja y no se deja caracterizar de maneras simples.

1. Consenso-Conflicto: la política como actividad de interrelación humana organizada en torno al poder puede ser caracterizada por procesos de consenso y conflicto. Consenso en cuanto quienes participan en ella concuerdan en las reglas para el acceso, los medios aceptables, las decisiones que se adoptan, en relación con y en el ejercicio del poder. Conflicto en cuanto los participantes discrepan respecto de esos aspectos, lo que puede llevar a enfrentamientos que pueden ser no precisamente pacíficos.

La política en general y la chilena en particular se caracteriza más por el conflicto que por el consenso. En ocasiones, cada cierto tiempo, incluso el conflicto ha llevado a violencia extendida en la sociedad, ejercida entre grupos organizados políticamente que se enfrentan utilizando todos los medios o recursos políticos, incluyendo la violencia física. En este sentido, puede argumentarse que más o menos cada cuatro o cinco décadas la historia política del país muestra que los chilenos perdemos la razonabilidad en nuestras relaciones políticas y nos enfrentamos los unos a los otros. También, por cierto, existen períodos en que predomina el consenso, la capacidad de entenderse, definir de común acuerdo los problemas que enfrentamos y concordar en ciertas medidas pacíficas para tratar de resolverlos.

En Schoenstatt existe una gran valoración del consenso y entre sus miembros un alto grado del mismo. Sea por razones doctrinales, de origen socio-económico, factores culturales o religiosos o lo que sea, la tendencia es a un gran consenso y a un cierto temor al conflicto o la diferencia, la discrepancia, la visión diferente.

Por eso, al parecer, como la política chilena es lugar más del conflicto que del consenso, sugiero que Schoenstatt evita el tema y los schoenstatteanos tienden a no interesarse muy activamente en la vida política del país.

2. Heterogeneidad-Homogeneidad: la política chilena es heterogénea y compleja, no homogénea y simple. Existen muchos actores individuales (liderazgos más o menos carismáticos) e innumerables grupos sociales y políticos organizados, sean partidos políticos, grupos de interés, grupos sindicales, grupos empresariales, organizaciones comunicacionales, grupos ciudadanos, etcétera. El alto grado de organización no implica necesariamente altos grados de homogeneidad y unidad ya que, como sabemos, al interior de todos los grupos aludidos existen diferencias, conflictos de liderazgos, intereses y visiones diferentes o con matices de diferencia.

La gran cantidad de actores, las diferencias entre ellos y al interior de ellos mismos, las diversas visiones ideológicas y de intereses que ellos sustentan y promueven, hacen muy complicada la vida política chilena y muy difícil su intelección y una participación activa en la vida política nacional.

A ello habría que agregar la complejidad de las estructuras jurídico-institucionales, de sus reglas formales y, peor aún, de las reglas informales de la vida de interrelación política, conocidas solamente entre quiénes participan muy activamente en ella.

En Schoenstatt estamos acostumbrados a la homogeneidad, en el sentido que las materias que abordamos, las organizaciones que tenemos, los valores que compartimos, los grupos en que participamos, son básicamente homogéneos y unidos. El espíritu que tiende a ser valorado y efectivamente reinar es uno de unidad, colaboración, armonía. Nada más distante de la política real, la del día a día en la política chilena y, por ende, nuestra tendencia a evitarla.

3. La dimensión crucialidad-inocuidad: la política en Chile es una dimensión crucial clave, muy importante de la vida en sociedad. En el juego de la política se definen aspectos claves de nuestras vidas, en muchos aspectos, tales como el familiar, laboral, de salud, educación, etcétera. Es en la política que se adoptan, especialmente en los ámbitos legislativo y ejecutivo, decisiones vinculantes u obligatorias que definen nuestros derechos y obligaciones y que impactan nuestras vidas diarias y las de nuestras familias.

En Schoenstatt ha tomado mucho tiempo percibir esa crucialidad de la política. Más bien hemos estado concentrados en nuestras vidas, en nuestras familias, en Schoenstatt mismo y, más recientemente, en la educación. Sin embargo, cada día nos hemos ido percatando de cómo la política afecta esos y otros ámbitos de la vida y de cómo es preciso involucrarse en la política para lograr que se adopten las decisiones societarias vinculantes que a nosotros nos parecen mejores, especialmente en relación a la familia y la educación.

4. La dimensión continuidad-cambio: la política chilena es un juego y un proceso en que prevalece más el cambio que la continuidad. La política es altamente dinámica e incluso puede decirse que para mantener una cierta continuidad deben provocarse ciertos cambios. Los cambios pueden ser mayores -como en los procesos de reforma, de revolución y de involución que hemos experimentado en el Siglo XX- o bien del día a día, menores pero importantes en cuanto afectan nuestras vidas.

La política moderna chilena ha estado caracterizada por el cambio, en ocasiones dramático, enorme, intenso, e incluso violento. Cada vez que ello ha ocurrido hemos sufrido embates muy severos en nuestras vidas personales y familiares y entonces tendemos a evitar la política.

En Schoenstatt además tiende a prevalecer una actitud más bien proclive a la continuidad, no al cambio, y percibimos en la política ocasiones de peligro más que de seguridad para nuestras vidas y nuestra preferencias valóricas. Por ende, tendemos a ignorarla o bien a evitarla.

5. La dimensión partidista-ciudadana: la política chilena es más partidista que ciudadana. Ello en el sentido que la política ocurre al interior y entre partidos políticos organizados, con liderazgos, militantes, reuniones partidarias, selección de candidatos a cargos políticos, ideologías, intereses, etcétera. La nuestra no es una política principalmente ciudadana, en que los ciudadanos en cuanto tales -salvo en las elecciones- sean los participantes, los actores principales. Si un ciudadano no participa en un partido político, entonces no estará inserto en las corrientes principales que mueven a la política.

Además, los partidos tienden a sustentar ideologías, con sus principios, valores, actitudes, preferencias y opiniones bien definidas, que los diferencian a unos de otros y que permiten con mucha certeza definir a qué partido e ideología pertenecen cada uno de los chilenos.

En Schoenstatt se percibe a los partidos como entes divisivos, que desunen, que introducen el signo tan temido de la división y no el de la hermandad, la unidad, la buena voluntad entre sus miembros. Por ende, se trata de una materia que hay que evitar, aunque de todas maneras esté allí y reconozcamos en los otros, a veces, sus preferencias políticas partidarias e ideológicas, pero no estemos dispuestos a compartirlas, contrastarlas, discutirlas abiertamente si es preciso.

6. La dimensión masculino-femenina: la política chilena moderna ha sido y todavía es en buena medida un área de actividad de los hombres, no de las mujeres. Hay que recordar que solamente a mediados del siglo pasado las mujeres chilenas obtuvieron el derecho a voto, que es una importante aunque mínima manera de involucrarse y desarrollar una actividad política. Solamente en tiempos más recientes, muy cercanos, es que la mujer chilena ha comenzado a participar más activamente en política, en los partidos, siendo dirigente, proveyendo liderazgo, pensamiento y actividad más intensa en el campo político; aun así puede decirse que la política chilena sigue siendo una actividad preferencialmente -mas no exclusivamente- de los varones.

En Schoenstatt la presencia e importancia de la mujer ha sido y es crucial, determinante. Más aún, se puede argumentar que por perfil socio-económico y cultural la tendencia predominante de las mujeres en Schoenstatt ha sido la mujer dueña de casa que, tradicionalmente, está más dedicada al hogar, a los hijos y al cónyuge, que a otros campos como el profesional o el político. Con ello no quiero expresar nada negativo, sino que solamente intentar dar una explicación adicional de por qué Schoenstatt ha estado y sigue estando tan ajeno al campo de la política propiamente tal y más intensamente involucrado en temas de matrimonio, familia, educación de los hijos.

7. A modo de conclusión: conviene destacar que este artículo contiene una hipótesis y un conjunto de proposiciones que son debatibles. Juzguen ustedes si lo expuesto tiene fundamentos razonables, debatan, compartan o bien complementen o argumenten opiniones distintas a lo expuesto. A ello invitamos a todos los lectores de SchoenstattVivo.

Santiago de Chile, 17 de marzo de 2011.

 

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs