La propuesta evangelizadora de Schoenstatt y la opción preferencial por los pobres

“Los anhelos de Juan Pablo II (la “nueva evangelización” a que ha convocado a la Iglesia) y el proyecto misionero de evangelización mundial del P. José Kentenich, sorprenden por sus semejanzas y profundas convergencias. Pero también por sus diferencias, que los vuelven complementarios.” P. Hernán Alessandri.

Viernes 18 de diciembre de 2015 | Eduardo Arnouil

En la Presentación de su libro “La propuesta evangelizadora de Schoenstattt” (Patris, 1996) que escribe el P. Hernán Alessandri M.con fecha 12 de octubre de 1992, afirma:

“Los anhelos de Juan Pablo II (la “nueva evangelización” a que ha convocado a la Iglesia) y el proyecto misionero de evangelización mundial del P. José Kentenich, sorprenden por sus semejanzas y profundas convergencias. Pero también por sus diferencias, que los vuelven complementarios.”

Continúa, “podríamos decir que el P. Kentenich – en cuanto fundador – terminó de percibir la completa significación providencial de su Obra, cuando pudo relacionarla con este gran Concilio de nuestro siglo, que fue posterior a su fundación. El Vaticano II concluyó apenas tres años antes de su muerte. Pero al conocer ya los primeros grandes Documentos de él emanados, su reacción fue instantánea: ¡Para realizar esto hemos nacido!”

Y después, “todo gira en torno a las inquietudes comunes que religan la “misión evangelizadora” de Schoenstatt con esta “nueva evangelización” (1983), en la que – como exigencia misma del Concilio Vaticano II – ha sido llamada a empeñarse la Iglesia entera.”

Refiriéndose a la estructura sistemática del libro, dice: “dado que el tema central que nos ocupa aquí, es la convergencia de dos propuestas evangelizadoras distintas, que se encuentran en 1965 (fecha de término del Vaticano II), pero que continúan fecundándose mutuamente hasta hoy…”

Juan Pablo II convoca a una “nueva evangelización” en Puerto Príncipe, Haití, en su discurso a la Asamblea ordinaria del CELAM (9 de marzo de 1983) recordando la obra evangelizadora de la Iglesia iniciada con el descubrimiento de América. La caracteriza como “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión” y menciona lo que él considera sus presupuestos fundamentales en relación a los ministros ordenados y a los laicos afirmando: “Una luz que podrá orientar la nueva evangelización… deberá ser la del documento de Puebla (1979), consagrado a ese tema, en cuanto impregnado de la enseñanza del Vaticano II y coherente con el Evangelio.”

(A renglón seguido: “Es necesario que se difunda y eventualmente se recupere la integridad del mensaje de Puebla, sin interpretaciones deformadas, sin reduccionismos deformantes ni indebidas aplicaciones de unas partes y eclipse de otras.”)

La evangelización y la doctrina social de la Iglesia

La doctrina social de la Iglesia (DSI) es parte esencial de la evangelización.

La DSI es la “aplicación de la Palabra de Dios a la vida de los hombres y mujeres y de la sociedad así como a las realidades terrenas, que con ellas se enlazan”.[1]

La DSI pertenece al ámbito de la teología moral y su objetivo es evangelizar.

El valor de la DSI proviene del hecho que se inserta en la misión evangelizadora de la Iglesia.[2]

La DSI es un instrumento de evangelización porque anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y mujer, y revela al hombre a sí mismo.[3]

“La evangelización no sería completa si no tuviera en cuenta la interpelación recíproca que en el curso de los tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre. Precisamente por esto la evangelización lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar sin la cual apenas es posible el progreso personal, sobre la vida comunitaria de la sociedad, sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje, especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación.”[4]

El discernimiento de los signos del tiempo como praxis eclesial

Juan XXIII propone en su encíclica Mater et magistra una metodología inductiva que parte de la realidad que le plantea desafíos a la Iglesia y propone un método para comprender esa realidad que aplicaban los grupos de la Juventud Obrera Católica para la revisión de vida. El método del ver-juzgar-actuar consiste en:

1. Análisis de las situaciones

2. Valoración de las mismas a la luz de principios y directrices, para determinar qué se debe hacer

3. Traducir los principios y las directrices en las situaciones concretas, históricas, según las exigencias y posibilidades que las mismas situaciones exigen.[5]

La Iglesia tiene el deber permanente de escrutar los signos del tiempo (interpelaciones del Espíritu) e interpretarlos a la luz del Evangelio para que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los interrogantes perennes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura, y sobre la mutua relación de ambas.[6]

La aplicación de la DSI

Pablo VI, en su discurso a los obispos latinoamericanos que asistían a la tercera sesión del Concilio con motivo de cumplirse diez años de la conferencia del episcopado en Río de Janeiro, afirmaba que no basta recordar la DSI y enseñarla en abstracto. Es necesario favorecer su aplicación en las situaciones reales a medida que se presentan y traducirla en normas concretas de acción, delimitando claramente los campos de responsabilidad de la jerarquía y de los laicos.[7]

Los pobres nos evangelizan

Durante su historia la Iglesia se ha preocupado de los pobres con una actitud asistencial para remediar situaciones puntuales. Pero es necesario analizar y responder a las causas de la pobreza para eliminarla.

La Iglesia en América Latina: las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano y su contribución a la DSI*

Río de Janeiro, 1955

El problema social y el rol de la Iglesia. La acción de los laicos.

La creación del Consejo Episcopal Latino Americano, con sede en Bogotá, Colombia, 1955 y de Conferencias nacionales de obispos

Medellín, 1968

Reflexión sobre la manera de implementar las conclusiones del Concilio Vaticano II en la realidad  del continente latinoamericano. Durante el Concilio tuvieron lugar varias asambleas del CELAM aprovechando la presencia de los obispos en Roma y Pablo VI tuvo la oportunidad de dirigirse a ellos motivando el estudio de la realidad social y la acción pastoral social.

Paulo VI dirigió un discurso muy importante a los obispos ofreciendo líneas inspiradoras en cuanto a la temática como en la metodología de análisis social que influyeron en los trabajos.

El obispo de Talca, Manuel Larraín E., presidente del CELAM propone la celebración de la segunda Conferencia, en Medellín, Colombia cuyo objetivo sería la revisión de las conclusiones de la Conferencia de Río y la implementación de las constituciones del Concilio Vaticano II en América Latina.

El objetivo de la Conferencia: toma deconsciencia de la realidad latinoamericana para orientar pastoralmente una acción más integrada de la Iglesia en América Latina a la luz del Concilio.

El documento final de la Conferencia está inspirado en la DSI, el magisterio de Pablo VI, el discurso en Roma y en otras intervenciones en Colombia. Y naturalmente el Vaticano II a cuya luz se hará el discernimiento de la realidad. En la introducción a las Conclusiones aparece el significado que tiene para la Iglesia toda la DSI que es la preocupación por el hombre.(“Para conocer a Dios es necesario conocer al hombre.” Paulo VI, Clausura de la cuarta etapa conciliar, 7 de diciembre de 1965.)

Puebla de los Ángeles, México, 1979

El tema central era la evangelización en el presente y el futuro de América Latina. Y el documento final comienza con un análisis de la realidad.

Para los obispos no existe una contraposición entre evangelización y DSI. Ellos se inspiran en Octogesimaadveniens; Sínodo de obispos, 1971: La justicia en el mundo; y Evangeliinuntiandi.

El sujeto de la DSI es toda la comunidad:

“Queda claro, pues, que toda la comunidad cristiana, en comunión con sus legítimos pastores y guiada por ellos, se constituye en sujeto responsable de la evangelización, de la liberación y promoción humana”.[8]

Los obispos proponen una evangelización liberadora. Es una evangelización que lleva a la liberación.  Reconocen que la evangelización tiene que venir acompañada del testimonio, y con Medellín, la Conferencia hace con toda claridad y firmeza la “opción preferencial por los pobres”.[9]

Este fue un aporte importante de la Iglesia en  Latinoamérica al desarrollo de la DSI. Con el magisterio de Juan Pablo II, la opción preferencial por los pobres ingresó al patrimonio eclesial. También la liberación, después de Puebla, será un elemento esencial del ministerio profético de la Iglesia universal.

La opción por los pobres tiene como fin su liberación integral de toda forma de esclavitud a la que se hallan sujetos. Se fundamenta en la esencia del seguimiento de Jesús y pertenece a la más antigua tradición cristiana.

Los pobres merecen una atención preferencial, cualquiera que sea la situación personal o moral en que se encuentren.

Hechos a imagen y semejanza de Dios, para ser sus hijos, esta imagen está ensombrecida y aun escarnecida.Por eso Dios toma su defensa y los ama.

Es así como los pobres son los primeros destinatarios de la misión y su evangelización es por excelencia señal y prueba de la misión de Jesús.[10]

Santo Domingo, 1992

El Vaticano quiso desvirtuar la metodología del discernimiento, invirtiendo el orden y comenzando por el juzgar en vez del ver.

Y en el documento final se habla de “opción evangélica y preferencial por los pobres, firme e irrevocable pero no exclusiva ni excluyente.”

Aparecida, 2007

En continuidad con las anteriores Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, en Aparecida se hace uso del método ver, juzgar y actuar. Este método implica contemplar a Dios con los ojos de la fe a través de su Palabra revelada y el contacto vivificante de los Sacramentos, a fin de que, en la vida cotidiana, veamos la realidad que nos circunda a la luz de su providencia, la juzguemos según Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, y actuemos desde la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo y Sacramento universal de salvación, en la propagación del reino de Dios, que se siembra en esta tierra y que fructifica plenamente en el Cielo. DA 19

La opción preferencial por los pobres es uno de los rasgos que marca la fisonomía de la Iglesia latinoamericana y caribeña. De hecho, Juan Pablo II, dirigiéndose a nuestro continente, sostuvo que convertirse al Evangelio para el pueblo cristiano que vive en América, significa revisar todos los ambientes y dimensiones de su vida, especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común. Muchas voces, venidas de todo el Continente, ofrecieron aportes y sugerencias en tal sentido, afirmando que este método ha colaborado a vivir más intensamente nuestra vocación y misión en la Iglesia: ha enriquecido el trabajo teológico y pastoral, y, en general, ha motivado a asumir nuestras responsabilidades ante las situaciones concretas de nuestro continente. Este método nos permite articular, de modo sistemático, la perspectiva creyente de ver la realidad; la asunción de criterios que provienen de la fe y de la razón para su discernimiento y valoración con sentido crítico; y, en consecuencia, la proyección del actuar como discípulos misioneros de Jesucristo. La adhesión creyente, gozosa y confiada en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y la inserción eclesial, son presupuestos indispensables que garantizan la eficacia de este método. DA 391

Que sea preferencial implica que debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales. La Iglesia latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia entre nuestros pueblos. DA 396

Los obispos en Aparecida insisten en la necesidad de cambios estructurales y en el trabajo con las personas que más directamente pueden contribuir a ello.

En resumen, bien podríamos decir, parafraseando al Papa Paulo VI:el nuevo nombre de la evangelización es la opción preferencial por los pobres.

La propuesta evangelizadora de Schoenstatt y la nueva evangelización convergen, a partir de 1965, en la opción preferencial por los pobres.

*Para mayor información: Las Iglesias de América Latina y su contribución a la elaboración de la Doctrina Social, Sergio Bernal Restreposj, Revista “Pensamiento Social”, número 1, 2013, Instituto de Estudios Social Cristianos, Lima, Perú.



[1]Sollicitudoreisocialis 8

[2]Centesimusannus

[3]Centesimusannus 54

[4]Evangeliinuntiandi 29

[5] Mater et magistra 246

[6]Gaudium et spes 4

[7] 23 de noviembre, 1965

[8] Documento de Puebla 474

[9] Documento de Puebla 1134-1140

[10] Documento de Puebla 1142

Comentarios
Total comentarios: 1
19/12/2015 - 14:30:25  
Eduardo nos trae un completo resumen de un tema que tal vez no lo hemos sabido tratar por complejo o temerosos de convertir a Schoenstatt en un Hogar de Cristo.
A cada día le basta su afán.
Hay algo que todos podemos hacer por los pobres (anawin) que nos rodean que es todo humano en necesidad no solo material. Se trata de las Obras de Misericordia corporales y espirituales.
Cada "salida" del Santuario debe estar dirigida hacia una de esas obras como programa personal. ..
Podrían imprimirse tarjetas para ayudarnos..
Atender al sin casa o quien vive solo(a), .enseñar al que no sabe, dar un buen consejo, consolar, corregir sin ofender, perdonar las ofensas, rezar por vivos y muertos
Visitar enfermos ,ayunar para dar a otros de comer, regalar ropa que no uso, pero buena,
acompañar a los deudos, sufrir con paciencia esperas y adversidades, visitar un enfermo o un preso. Y sobretodo usar la imaginación católica que se "adelanta" a las necesidades del "pobre"..
John Hitchman
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