Inmaculada Concepción

María, vencedora de las herejías.

La actualidad de las palabras del P. Kentenich, de la Jornada Mariano-Pedagógica para profesoras del año 1932, que hoy toman especial sentido e importancia.

| P. José Kentenich P. José Kentenich

"Tú sola, María, haz vencido todas las herejías en el orbe". María lo hizo por su intercesión y por su ser, por su personalidad. Las herejías de antaño se referían a cuestiones religiosas, trátese del Dios Trino, de Cristo, la Iglesia o la redención. La historia del dogma demuestra como la Virgen contribuyó, de esta doble forma, por su ser y su personalidad, de manera única y original, a la superación de estas herejías.

Actualmente el mundo se enfrenta con otras herejías de dimensiones gigantescas y de características que nosotros apenas conocemos o qué tal vez en algo presentimos. Nos referimos a las herejías antropológicas. En ellas, Dios ya no constituye el centro, al menos no en forma directa o inmediata. Intencionalmente digo "en forma directa e inmediata", y no "en forma mediata e indirecta", porque Dios y lo divino constituyen la protección más perfecta de lo humano. Cuanto más se esfuerzan por expulsar lo divino del mundo, tanto menos asegurada estará la naturaleza humana. Sin embargo, visto desde el punto de vista formal e inmediato, nos enfrentamos con herejías de gigantescas proporciones, cuyo objeto inmediato es la naturaleza humana. Se trata de herejías antropológicas. ¿Quién vendrá a socorrernos?

En 100 años más la historia del dogma , y la historia de la Iglesia podrán cantar la misma canción que entonaron con motivo de la superación de las herejías de antaño. Le cantaran con motivo de la superación de estas novísimas herejías, las herejías antropológicas. ¿Intuyen ustedes en qué dirección y desde que perspectiva la Virgen quiere obrar nuestra salvación, la salvación de la humanidad, del ser humano, de la naturaleza humana? Dando otro paso más, podemos explicar y decir que ella salvará la naturaleza femenina, el ser femenino. La forma como lo hará es siempre la misma. A través de su intercesión, su ser y, ante todo, por su ser.

¿Se dan cuenta qué debemos acentuar con especial esmero en nuestra Mariología y en nuestras conferencias marianas? No sólo a la mujer celestial, no sólo a la Madre de Dios llena de gracia, si no también lo auténticamente femenino, la naturalidad y autenticidad originaria de su ser. Ustedes no me interpretarán mal. Más adelante lo comprenderemos en forma más clara. Ella es la más natural en el cielo y la tierra porque es también la mujer más sobrenatural. En esta perspectiva, siempre tenemos que tener presente la armonía entre naturaleza y gracia. No podremos aprender a conocer a la Virgen en su naturalidad originaria si no la contemplamos inmersa en el océano, en el mundo de la gracia, en el mundo de lo sobrenatural. Por ello, es la más sobrenatural de las mujeres, la mujer sobrenatural más natural. Sin embargo, siempre pondremos el acento en esa perfección natural, en esa auténtica humanidad y feminidad.

En ello estriba precisamente lo que debemos volver a enseñar y aprender. Hay amplios círculos que no tienen claridad del sentido, de la esencia y del ser de lo humano y de la mujer. ¿Quién acudirá en ayuda nuestra? He aquí la Virgen María en su grandeza única y original. Contemplen los rayos que refleja ese espejo. Ahora comprenderán a qué en misión la ha destinado el Dios trino desde toda la eternidad en el plan de redención del mundo.

Padre José Kentenich. Jornada Mariano-Pedagógica para profesoras, 1932.

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