Oasis de María: Zona segura

Mientras una nueva tragedia golpea a muchos chilenos, esta vez en Valparaíso, el terremoto ocurrido en Iquique hace pocos días sigue siendo un tema latente para miles de hermanos, y aún queda mucho trabajo para levantar a la ciudad. En medio de la situación, el padre Roberto Navarro estuvo en el santuario Oasis de María junto a muchas personas que llegaron buscando una zona segura, esperando que la tierra por fin se calmara. Este es su testimonio.

| P. Roberto Navarro P. Roberto Navarro

Ocho minutos para las diez de la mañana informa la radio a pila que tengo a mi lado (la compré en la Zofri el año pasado, pensando en un evento como este). Es martes 2 de abril, ya han pasado un poco más de doce horas después del fuerte terremoto que sacudió el Norte Grande del país. En estos momentos no tengo comunicación telefónica, tampoco hay suministro eléctrico, gracias a Dios el agua nos refresca este nuevo día. Las réplica se suceden unas a otras como olas sin descanso. Estoy en Iquique, en mi primera visita del año a la Familia de Schoenstatt. El canto del "Cordero de Dios" fue interrumpido por el movimiento sísmico, tratamos de seguir rezando pero fue imposible, ya que el movimiento no lo permitía. Salimos a la explanada del Santuario y nos abrazamos unos a otros mientras intentábamos balbucear algunas oraciones, sin embargo no fue del todo fácil. El terreno del santuario está rodeado por diez grandes edificios, los que forman una especie de corona alrededor suyo. Fue impactante para mí, no sólo ver el balanceo de los edificios, sino sobre todo escuchar los gritos que venían de los habitantes de los edificios. A los pocos minutos sonaron las sirenas llamando a evacuar y a buscar refugio seguro en las "zonas seguras" de la ciudad. Mientras pasaban los minutos fue impactante experimentar como el terreno del santuario fue inundado por un mar de gente y de vehículos. Ahí me enteré que el terreno del Santuario es Zona Segura. No se calcular cuantas familias llegaron, pero el terreno se veía como un verdadero hormiguero. Las familias que llegaban estaban bien preparadas para el evento, ya que muchos venían con sus carpas y algunos suministros básicos: agua caliente, frazadas, linternas. Muchos hablaban por su celulares, otros querían averiguar de sus familiares en otros puntos de la ciudad, otros entraban -en la parte más alta de la duna- al Santuario de la Virgen y ahí rezaban oraciones aprendidas cuando niños. Algunos más desconsolados sólo lloraban, todavía invadidos por el miedo. Yo, mientras tanto, alumbro con mi linterna LED a una mujer joven que quiere cambiar los pañales a su hijita pequeña, de reojo miró el cuadro de la MTA y pienso cuántas veces la Mater habrá hecho cosas parecidas. Ella ahora, como Madre del Consuelo, era para todas esas familias una auténtica zona segura. La delicadeza del ambiente familiar lo experimentamos a través del cuidador del Santuario: "don José". La Providencia paternal de Dios se nos regalo a través del cafecito que don José iba ofreciendo a la gente que estaba alrededor del Santuario. Café caliente, ambiente familiar y consuelo Maternal nos ofreció el Santuario de Schoenstatt "Oasis de María", Zona Segura de Iquique.

Viernes 5 de abril 2014: espacio de misericordia

Ya han pasado tres noches desde el día del terremoto. El santuario Oasis de María ha sido, sobre todo en las dos últimas noches, un lugar de cobijamiento para cientos de familias completas de iquiqueños. El Santuario se ha transformado en estos días, sobre en todo en las noches, en una especie de ampliación de los hogares de todos los que aquí han llegado, casi como una habitación más de la propia casa. Las dos últimas noches he conocido a muchas familias, preguntando cómo están, si les hace falta algo. Anoche al acercarme a una de las familias el padre me dice: "mi ángel de la guarde lo trajo, padre". Yo me sonríe y le pregunto qué quiere decir. El me dice que al verme le rezo a su ángel de la guarda, ya que su hija se quería confesar. Pregunte por la hija y, efectivamente quería confesarse. Hice lo que me pidió, nos acercamos al santuario y conversamos. Después comenzamos una interesante conversación con toda la familia, después de un rato el papá me dice: "me puede confesar". Por supuesto, le respondo. Así, lentamente la parte posterior del santuario se transformo en un espacio de misericordia. Luego de una amena conversación me preguntaron por el origen del Movimiento y del Santuario: hablamos de la Alianza de Amor, del Capital de gracias, de los primeros congregantes, de la Rama de Familias, etc. Al despedirnos me dicen: padre, mañana seguimos con la conversa...

Horas antes, a las 19:00 celebramos la misa en el santuario y muchos, que ya habían llegado buscado Zona Segura, participaron de la eucaristía. El evangelio nos invitaba a creer en el Hijo de Dios, a colocar nuestra confianza en el Señor. Él vence todos nuestros miedos.

Son pequeños signos en este año jubilar que nos recuerdan la misión fundamental de nuestros santuarios de Schoenstatt: lugares de arraigo, transformación y fecundidad.

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