Retiro de Alianza del NEA de la Juventud femenina de Argentina

El 6 de Agosto empezaba uno de los momentos más importantes de mi vida: el retiro de mi Alianza de Amor con María. Con el corazón lleno de muchísimos sentimientos y dudas llegué a la Casa de Retiros. Poco a poco me encontré con mis hermanas de grupo, y nos dimos cuenta de que todas estábamos pasando por lo mismo.

Sábado 20 de agosto de 2016 | Natalia Villois

El retiro comenzó con una oración en el Santuario, por medio de la cual nos entregamos al corazón de nuestra Mater y le entregamos el nuestro. Yo no podía parar de mirar la imagen de la Auxiliar: sus brazos parecían invitarme a estar aún más cerca. Me sentía como una niña que busca escuchar el corazón de su mamá para sentir seguridad, para sentirse en casa.

Charla tras charla dimensioné el gran amor que la Mater tiene por mí. Ese amor al que en un primer momento tuve que definir con palabras, tan difíciles de expresar. El día fue transcurriendo y nos fuimos adentrando en nuestro corazón para poder percibir qué alegrías, heridas y personas había en él, y, no lo voy a negar, tuve que romper una coraza para hacerlo de la manera más auténtica y verdadera posible. Descubrí en esa coraza una gran miseria, y así también, un gran derecho al amor de Dios, un derecho que nunca se me negó, y aún, sin conocerlo, ya lo recibía de manera totalmente gratuita.

Llegada la noche, ya en la oración y adoración a Jesús Sacramentado, me descubrí pequeña, casi insignificante. Me descubrí sostenida por manos únicas e inigualables, de esas que no se comparan con nada ni con nadie: las manos de Jesús y María. No podía, ni quería irme del Santuario. No podía alejarme de esas manos que me daban TANTO, y no me pedían nada más ni nada menos que algo que ya tenían: mi corazón.

Me fui a dormir con esa sensación de paz y emoción, al punto que no podía dejar de llorar, y cuando entré a la habitación me encontré con 17 brazos y voces, dispuestas a abrazarme y cantarme para calmar mi llanto. Y,ahí, estaba de nuevo ese derecho al amor de Dios, totalmente gratuito y en grandes cantidades.

El domingo fue un día sumamente feliz, desde la mañana hasta el último minuto de la noche. Ahondamos aún más en nuestro corazón y reconocí heridas aún más hondas; las miré, las sentí, las toqué y las acepté. Y seguimos profundizando en el increíble pacto que íbamos a sellar, en lo que "se venía", si es que eso de verdad se puede dimensionar.

Llegadas las 11, aproximadamente, nuestras portadoras nos hicieron el mayor de los regalos: previos a la Alianza nos entregaron las cartas de quienes nos quieren y están felices por nosotras. ¿Cómo expresar en palabras el amor que se recibe en ese momento? ¿Cómo describir todo lo que cabe en un pedazo de papel? Es mucho sin dudas. Son muchas las personas que queremos y están de esa manera tan sencilla y significativa. El corazón rebozaba de alegría, de amor. Sobraban sonrisas, lágrimas, abrazos por los pasillos y rincones de la Casa de Retiros.

Cuando al fin llegó la hora, el corazón no me entraba más en el cuerpo, salía de mi pecho. Era hora de que María lo tome como propiedad suya. Con una mirada todo quedó dicho: Ella es mi propiedad y yo soy totalmente suya, y eso será así para siempre.

La felicidad desborda el alma y ya no se puede pensar más que un simple: NADA SIN TI, NADA SIN MI.

Fuente: Schoenstatt Argentina.

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