20 de enero - Un salto al vacío

| Manuel Huapaya (Lima, Perú) Manuel Huapaya (Lima, Perú)

Imagen foto_00000002Segundo hito de Schoenstatt: 20 de enero de 1942

"En la Confianza Divina"

El día 20 de enero de 1942, el Padre Fundador José Kentenich rechaza, por libre decisión, la posibilidad de no ser enviado al campo de concentración. Cree que es la voluntad de Dios ofrecer su libertad por la Familia, con lo cual se incluía la seria posibilidad de morir en el campo de concentración. Llama, con este paso, a que la Familia profundice la alianza de amor en el sentido de la "lnscriptio'; es decir, del amor a la cruz.

Se toma mayor conciencia de la posición del Padre como Fundador y cabeza de la Familia y de la estrecha comunidad de destinos y solidaridad entre ambos y se acentúa a la vez el carácter marcadamente sobrenatural de Schoenstatt como obra e instrumento de Dios.


"... ¡Adelante! ¡Hacia arriba! ¡Nunca hacia atrás!... 
¡Hacia la cumbre, que comienza el 20 de Enero de 1942! 
¡No retroceder jamás: Ni de la cruzada de conquista ni de la ascensión!
Por ahora tenemos que considerar la ascensión como lo mas importante.” (Palabras del P. Kentenich)

Meditemos ahora sobre la imagen de nuestro vitral del Santuario de la Molina (Lima, Perú). Observemos la corona de espinas como símbolo del sufrimiento y los padecimientos de nuestro Padre y Fundador y muchos mártires schoenstatianos en Dachau, entre ellos el Beato Karl Laisner y el mártir de la conciencia Franz Reinisch. Por sobre ellos se irradia el sol de Cristo que nos indica el sentido y la orientación. El sufrimiento solo tiene sentido de la forma como lo ve San Pablo. “El sufrimiento unido a los padecimientos de Cristo nos asemeja a El, que libremente abrazó la cruz por amor”. Sobre el campo encontramos el jardín y sus flores. El “Jardín de María”, el ideal al cual nos llamó el Padre Kentenich: “Si ustedes cultivan bien su jardín, yo aceleraré el trabajo de cincelar y limar” (P.K. Navidad 1941).

La entrañable unidad y solidaridad del P. Kentenich con la obra por él fundada es otra de las claves centrales para comprender su vida y la historia de Schoenstatt. Dada la estructura y la misión misma del Movimiento, esta profunda vinculación entre fundador y fundación es la esencia misma de Schoenstatt. El 20 de enero de 1942, estando en prisión, el P. Kentenich renuncia a legítimos recursos para salvarse del campo de concentración. Ofrece voluntariamente su libertad exterior por la santidad y fecundidad de su Familia, para siempre. Se pone de manifiesto una indisoluble solidaridad de destinos entre el Padre y su Familia. A partir de allí nació una marcada "corriente del Padre" que animó a la familia en su aspiración a la santidad, afirmó su unidad y despertó una gran responsabilidad por la misión común.

Hoy nos encontramos ante un gran desafío, ser verdaderos cristianos y verdaderos schoenstatianos. Ser cristiano, ser miembro de la Iglesia, implica asumir y vivir una historia. La Eucaristía, el centro de nuestra vida, es revivir y sumergirse en una realidad histórica. Vivimos en Schoenstatt al vivir su historia, no es una ideología, no es un conjunto de normas morales o actitudes que debamos simplemente cultivar. Schoenstatt es una historia sagrada. Somos una iglesia en pequeño y la iglesia también es historia sagrada. El Padre Kentenich repetía a menudo: "Tenemos que sumergirnos en nuestra historia sagrada para beber en ella, como en una fuente, la vida y las gracias que irrumpieron en los acontecimientos cumbres de nuestra historia sagrada. Así podremos enfrentar fecundamente la problemática del tiempo actual y responder a los desafíos que Dios nos plantea ahora".

Manuel Huapaya


Oración Final

Madre tres veces Admirable,
consérvanos siempre como instrumento tuyo;
haz que con amor, hoy y todos los días, nos pongamos a tu servicio.

Según los deseos de Dios, usa de nosotros
enteramente para tu Reino de Schoenstatt. (Hacia el Padre 606).

Aseméjanos a ti y enséñanos
a caminar por la vida tal como tu lo hiciste:
fuerte y digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría.

En nosotros recorre nuestro tiempo
preparándolo para Cristo Jesús. (Hacia el Padre 609).
Amén

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