Abrazo de los tres

Nuestra hija de casi dos años y medio comprendió, a su manera, el concepto de compartir: "La Neny comparte con el Tata, Lucho comparte con la Pili, el papá comparte con la mamá, la Ángeles comparte con el primo", y así. Cada uno comparte con su pareja, por decirlo de alguna manera. Incluso tiene claro que "el Panchi comparte con los chiquillos", que vendrían siendo sus hermanos seminaristas. Nos preocupaba mucho que antes de la llegada de su hermanita, la chica incorporara el compartir a su día a día. Acostumbrada a ser la regalona absoluta, entre todos hemos hecho un esfuerzo por enseñarle que lo importante no se juega en lo que tiene, acumula, o...

| Valentina Jensen Escudero Valentina Jensen Escudero

Nuestra hija de casi dos años y medio comprendió, a su manera, el concepto de compartir: "La Neny comparte con el Tata, Lucho comparte con la Pili, el papá comparte con la mamá, la Ángeles comparte con el primo", y así. Cada uno comparte con su pareja, por decirlo de alguna manera. Incluso tiene claro que "el Panchi comparte con los chiquillos", que vendrían siendo sus hermanos seminaristas.

Nos preocupaba mucho que antes de la llegada de su hermanita, la chica incorporara el compartir a su día a día. Acostumbrada a ser la regalona absoluta, entre todos hemos hecho un esfuerzo por enseñarle que lo importante no se juega en lo que tiene, acumula, o en resguardarse en sus espacios o en nosotros, sino en ser la niñita abierta y alegre que es y, sabiéndose querida siempre, no sentirse intimidada por la presencia de otros. Y al parecer ha hecho una síntesis que no nos habíamos imaginado. Escuchó, observó y concluyó que el compartir tiene que ver con estar con el otro, hacer cosas con el otro, apoyarse en el otro, y también, por supuesto, jugar y reírse y pasarlo bien con el otro. Y no cualquier otro, si no con tu ‘otro inseparable', aquel con el que siempre estás, con quien convives, con quien llegas y con quien vas.

Su forma de entender el compartir nos ha llevado a constatar varias cosas, como por ejemplo que no solo hace falta tener algo para dar, sino que es fundamental tener a alguien para dárselo, y ese alguien no es cualquiera, es quien está más cerca de uno. O que, a pesar del esfuerzo -sobre todo para ella a su edad- que implica el compartir, el resultado de alegría y satisfacción, hace que valga la pena. Y nos ha desafiado, porque no basta con explicarle que uno puede dar, prestar y regalar, ¡sino que hay que hacerlo! Porque más importante aún es compartir lo cotidiano, la rutina, acompañarnos, darnos tiempo para nosotros, para estar juntos. Con lo corridos que son los días, esta tarea termina siendo realmente difícil.

Cuando a la Ángeles le surge espontáneo el correr hacia nosotros pidiendo "¡¡¡abrazo de los tres!!!", es inevitable sentir que estamos logrando ser familia, y que al intentar inculcarle ciertos conceptos a ella, finalmente terminamos aprendiendo nosotros. ¡Esperemos que en unos meses más, corra igual de sonriente a pedir un abrazo de los cuatro!

Valentina Jensen E.

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