¿Apostolado del ser o deformación profesional?

Ocurre en todos nuestros ámbitos de apostolado, pero quiero referirme particularmente a los cantos de Schoenstatt que reflejan, tanto en su estructura musical como en el contenido del texto, la tensión entre la originalidad de quienes los componen y la profesión, oficio o ministerio que ejercen...

Para el 2014 me gustaría que la Familia cantara unida, y para ello necesitamos componer cantos adecuados para la celebración: que cada grupo humano, cada comunidad, tenga espacio para expresarse musicalmente, utilizando para ello el criterio de nuestro padre y fundador de hacer lo ordinario en forma extraorinaria, pero por un profundo amor.

Mi formación (o deformación) musical me dice, por ejemplo, que en una canción formal los acentos de la música deben coincidir con los acentos del texto, y ese detalle me hace discriminar entre las canciones que decido aprender y las que considero mal compuestas.

Por lo que he leído acerca de la fundación de Schoenstatt, sé que ese pequeño detalle no fue obstáculo para que los primeros congregantes cantaran sus propios cantos, sin importar si leparecía bien o no al profesor de música. Pero una cosa es la libertad y otra el libertinaje: no es lo mismo componer cantos para una gran Familia, como es la Iglesia y como es Schoenstatt al servicio de la Iglesia, que componer cantos para ocasiones más particulares e íntimas...