CANTO DE ALABANZA A LA SANTÍSIMA TRINIDAD

“Mi alma canta la grandeza del Señor”…una reconstrucción de oraciones del “Hacia el Padre”, y una invitación a la expresión artística en honor a la Santísima Trinidad.

| Maria Isabel Herreros Maria Isabel Herreros

Las cuatro campanas del carillón del Santuario Cenáculo de Bellavista, nuestro Santuario nacional, son para mí un claro ejemplo de lo que puede hacer la música con sólo cuatro sonidos; vinculados armónicamente entre sí, pero a la vez libres y autónomos. Cada una de ellas -que son de distinto tamaño y sonido- lleva inscrita una parte de esta oración que aparece en el librito de oraciones Hacia el Padre (o Hacia el Cielo) al terminar cada hora del Oficio de Schoenstatt: “El universo entero con gozo glorifique al Padre / le tribute honra y alabanza / por Cristo, con María, en el Espíritu Santo / ahora y por los siglos de los siglos. Amén”.

La traducción al español del Hacia el Padre, buscando ser lo más fiel posible al pensamiento del fundador, y como él nos enseñó a vivir “con la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios”, ha tenido modificaciones a lo largo del tiempo. Esto afecta, por una parte, a nuestra capacidad de memorizar las oraciones, y, por otra, en lo poético y musical, ya que deja olvidadas oraciones y cantos musicalmente muy hermosos. Una cosa es el texto literal de una oración y otra diferente es la interpretación artística que se puede hacer de ella (al igual que de todas las oraciones), siempre que no pasemos a llevar las normas litúrgicas del magisterio de la Iglesia ni la esencia del pensamiento sus autores. Además, la acentuación de la música es independiente de la acentuación del texto, y si queremos que el texto se entienda bien, necesitamos hacer coincidir los acentos musicales con los acentos de las palabras.

En el librito Hacia el Padre, que es una selección de oraciones compuestas por nuestro padre y fundador en su mayoría mientras estuvo prisionero en el campo de concentración de Dachau (y que él enviaba al exterior bajo la forma de versos, para no ser descubierto por la Gestapo) encontramos, como oración final del Oficio de Schoenstatt -compuesto en base a la Liturgia de las Horas, para que los prisioneros schoenstattianos se mantuvieran vinculados espiritualmente a María en el Santuario original, y unidos en un mismo espíritu- esta oración de alabanza a la Santísima Trinidad, que él compuso para ser rezada después de la oración de Completas. Su traducción actual (que fue musicalizada, pero la versión musical se canta más bien en las comunidades masculinas) dice así:

“Trinidad Santísima, alabanza a Ti eternamente,

alabanzas por todo lo grande que realizaste con nosotros;

porque a Schoenstatt le diste Madre,

sumergiéndonos por ella en la hondura de Cristo.

Te alabamos porque la vida de María

fue norma para nuestro trabajo cotidiano;

porque en su vida, el esplendor solar de Cristo

nos lo hiciste llegar con cercanía tan humana.

Con júbilo recogemos todas las alabanzas

que arden llameantes en la creación,

y las traemos a tu altar; en Jesús y en María,

por los siglos de los siglos. Amén.”

Esta traducción, al ser musicalizada, intentó (sin éxito, a mi parecer) reemplazar un antiguo canto que está en nuestro repertorio (al menos en las comunidades femeninas) desde hace mucho tiempo (en un hermoso arreglo para coro a tres voces), y que es una reliquia, porque proviene de los tiempos de nuestra fundación. Aunque la traducción y adaptación del texto, tal como están, ya no sirven como antes a las necesidades de nuestra Familia, su composición musical ha traspasado las fronteras del tiempo y la distancia. El canto se llama “Oh Trinidad”, y dice así:

“Oh Trinidad, loor hoy te rendimos por toda tu bondad que recibimos;

que a Schoenstatt, Tú la Madre diste, oh Dios; por ella en Cristo sumergístenos.

Te honramos; pues la vida de María fue, para todos, norma en este día,

y vimos a Jesús y su esplendor en ella, tan humana, buen Señor.

Juntamos en el orbe, jubilosos, los lores que arden por doquier gloriosos;

oh Trino Dios, los traemos a tu altar, en Cristo y en María sin cesar.

Amén, amén”.

Este antiguo texto, traducido y adaptado del alemán en la época de nuestra fundación, me motivó a tomarme la libertad de hacerle una adaptación al español actualizada, en base a la traducción del Hacia el Padre, para que se pueda seguir cantando (sin perjuicio de que existan otras versiones musicales de la oración), ya que su música y armonización para coro siguen siendo hermosas.

La adaptación que yo propongo a nuestro tradicional “Oh Trinidad” es la siguiente:

“Oh Tri_nidad, oh Trinidad Santísima, eternamente te alabamos porque a Schoe_nstatt

le diste Madre, sumergiéndonos por ella en Cristo, hondo en Cristo, nuestro Dios.

Te alaba_mos por darnos a Marí_a, porque su vida fue la norma en este dí_a,

y porque el Sol de Cristo nos llegó en ella, tan humanamente, buen Señor.

Jubilo_sos, llameantes recoge_mos las alaba_nzas que arden en la Creación,

y las traemos todas a tu altar, en Jesucristo y en María, sin cesar.

Amén, amén.”

Con este ejercicio de adaptación de un texto a una música ya existente, yo quisiera invitarles a que nuestra creatividad artística no se vea limitada por obstáculos que para Dios no existen, como son el tiempo y la distancia: los mejores cantos son aquellos donde existe armonía entre la composición musical y la composición del texto, independientemente del origen de cada cual.

Si nosotros, como ministerio musical, queremos servir a la oración cantada de la Familia y de la Iglesia, no podemos quedarnos en el pasado o sólo en experiencias negativas. Por encima de ellas, al igual que nuestro padre y fundador, estamos llamados a ser, con María, como las campanas del carillón de Bellavista: una libre y gozosa alabanza en común a la Santísima Trinidad.

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