¿Cantos de Schoenstatt o cantos de schoenstattianos?

Numerosas canciones han nacido desde el seno de Schoenstatt. Música compuesta por miembros de esta familia, a partir de hitos, o símbolos propios del Movimiento. Sin embargo, ¿nos pertenecen realmente estas canciones?

Viernes 19 de septiembre de 2014 | María Isabel Herreros

Schoenstatt, por ser una Familia, tiene tradiciones familiares, símbolos propios, hitos que marcan las etapas de su historia, e ideales comunes; muchas veces expresados artísticamente a través de cantos. Esos cantos han sido compuestos por personas concretas, en circunstancias concretas de su propia vida y de la vida de la Familia.

Más allá del tema de los derechos de autor -en el cual no quiero detenerme, pues otras personas pueden hacerlo mejor que yo- quisiera referirme a la masificación que yo veo en el hecho de llamar "nuestros cantos" a todas las composiciones musicales nacidas en el seno de la Familia de Schoenstatt..

Apropiarse de la vida y misión de otras personas, sólo porque está hermosamente expresada en lo poético y musical; pero sin asumir el compromiso de amor y el heroísmo que inspiró a sus autores, es, por decir lo menos, una falta de respeto. Sin una verdadera motivación y una recta intención, los cantos no son más que el eco, cada vez más lejano, de una oración.

Eso, sin hablar del contenido de los cantos tradicionales; que, por muy sencillo que sea (y mientras más sencillo, más se nota), tanto en el texto como en la música ha ido perdiendo su vitalidad, y cae en errores evidentes; producto de la falta de comprensión lectora que afecta a un buen porcentaje de chilenos, además de una precaria formación musical.

Una canción puede ser el símbolo de una comunidad, de un acontecimiento importante, de un ideal al que aspiramos, de un mensaje que queremos destacar. Pero sólo puede serlo si quienes la cantan han experimentado en su vida personal y comunitaria aquello que están cantando, y si realmente saben lo que es cantar.

Cuando componemos cantos que dicen "Mater", "Schoenstatt", "Santuario", "padre", o que citan frases del fundador, eso no los convierte automáticamente en "nuestros" cantos. Son expresiones de la vida que surge en la Familia, pero es importante que los comprendamos, y que seamos libres para decidir quién los canta; en qué momento y en qué lugar.

Nuestra Familia no quiere ser un cancionero ni un coro ambulante. El hombre y la mujer nuevos(as) en la nueva comunidad cantan alabanzas a Dios trino como consecuencia de ser cristianos(as) y marianos(as), y cantan desde el Santuario de su propio corazón y desde el Santuario de su hogar, desde el Santuario de la Madre y Reina de Schoenstatt.

Los cantos que aportamos como Familia a la Iglesia –como resultado de experiencias vitales-, no tienen que ver con un estilo musical ni literario propio. No tenemos reglas para su composición; lo hacemos "con el máximo posible de libertad, con el mínimo de obligaciones y sobre todo, con el máximo cultivo del espíritu" (P.K.). Y no todos estamos llamados a componerlos, y tampoco necesariamente a cantarlos.

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