Encíclica social de Benedicto XVI

Caritas in veritate - "El Amor en la Verdad".

Una nueva carta encíclica publicó Benedicto XVI "Caritas in veritate" - "El amor en la verdad" - que aborda grandes cuestiones sociales de este tiempo. Es la tercera carta, tras la encíclica sobre el amor, "Deus caritas est", en 2005, y sobre la esperanza cristiana, "Spe salvi", en 2007.

| Padre Hugo Tagle Padre Hugo Tagle

Una nueva carta encíclica publicó Benedicto XVI "Caritas in veritate" - "El amor en la verdad" - que aborda grandes cuestiones sociales de este tiempo. Es la tercera carta, tras la encíclica sobre el amor, "Deus caritas est", en 2005, y sobre la esperanza cristiana, "Spe salvi", en 2007.

La publicación había sido anunciada hace ya varios meses, pero la gravedad de la crisis económica mundial llevó al Santo Padre a repensar el tema. En efecto, la encíclica estaba pensada en el marco de las encíclicas sociales de sus antecesores y llega en un momento especialmente delicado del acontecer mundial, lo cual ha teñido buena parte de su contenido. El documento sigue la línea de los contenidos sociales de la Populorum Progressio, de Pablo VI de 1967.

La carta busca "analizar la crisis económica en profundidad, como un síntoma grave que requiere intervenir sobre las causas", pues "no basta, como diría Jesús, poner remiendos nuevos sobre un vestido viejo", señaló con motivo de la publicación. El Papa pide "una revisión profunda del modelo de desarrollo dominante" pues "lo exige, todavía más que las dificultades financieras inmediatas, el estado de salud del planeta y, sobre todo, la crisis cultural y moral, cuyos síntomas son evidentes desde hace ya tiempo en todas las partes del mundo".

La carta dirige la mirada a la "crisis cultural y moral" que ha llevado por una parte a la podredumbre de las altas finanzas y por otra al predominio de la violencia y de los intereses armamentísticos en el comportamiento de los estados.

En ese sentido fueron las palabras de Benedicto XVI el 30 de marzo del presente año dirigidas Gordon Brown, Primer ministro inglés: "Si un elemento clave de la crisis es un déficit de ética en las estructuras económicas, esta misma crisis nos enseña que la ética no es "externa", sino "interna", y que la economía no puede funcionar si no lleva en sí un componente ético". En efecto: "a la luz de la actual crisis económica se descubre que, en su raíz, se encuentra la codicia".

El marco de la presentación de la encíclica ya dice mucho a lo que apunta. Se lanzó en torno al encuentro internacional del G8, en L'Aquila, la ciudad devastada por el terremoto del pasado mes de abril.

Grandes temas de la humanidad

En seis capítulos, el Papa hace un recuerdo de las grandes líneas de la encíclica Populorum progressio de Pablo VI, que es la concreción inmediata en el plano social del Concilio Vaticano II. Luego reflexiona sobre el desarrollo humano en nuestro tiempo; la fraternidad, el desarrollo económico y la sociedad civil; el desarrollo de los pueblos, derechos y deberes y el medio ambiente; la colaboración de la familia humana y la técnica. Finalmente concluye invitando a la formación de esa gran familia humana, necesaria para el verdadero progreso.

Benedicto XVI señaló en un mensaje de inicio de año: "La reciente crisis demuestra que la actividad financiera ha estado guiada a veces por criterios meramente autorrefenciales, sin consideración del bien común a largo plazo. La reducción de los objetivos de los operadores financieros globales a un brevísimo plazo de tiempo reduce la capacidad de las finanzas para desempeñar su función de puente entre el presente y el futuro, con vistas a sostener la creación de nuevas oportunidades de producción y de trabajo a largo plazo. Una finanza restringida al corto o cortísimo plazo llega a ser peligrosa para todos, incluso para quien logra beneficiarse de ella en lo inmediato, durante las fases de euforia financiera".

La crisis financiera que ha afectado a los países industrializados, a los países emergentes y a los que están en desarrollo, muestra de manera evidente cómo hay que repensar ciertos paradigmas económico-financieros que han sido predominantes en los últimos años. "La economía de mercado, entendida como sistema económico que reconoce la función fundamental y positiva de la empresa, el mercado, la propiedad privada y la consiguiente responsabilidad de los medios de producción, así como la libre creatividad humana en el ámbito económico, sólo puede reconocerse como vía de progreso económico y civil si está orientada al bien común", señaló en días previos a la publicación de su carta.

En efecto, "la libertad en el sector económico debe encuadrarse en un sólido contexto jurídico que la disponga al servicio de la libertad humana en su totalidad". Esto es, una libertad responsable, cuyo núcleo es "ético y religioso". "Así como la persona se realiza a sí misma plenamente en la entrega libre de sí misma, también la propiedad se justifica moralmente en la creación, en el momento y del modo adecuados, de oportunidades de trabajo y de crecimiento humano para todos".

La esperanza lo inunda todo

El Papa termina su encíclica con una invitación a pensar el mundo como una gran familia, donde la fe en el Creador debe ser norte, guía y sentido del obrar humano. "Sin Dios, dice, el hombre no sabe donde ir ni tampoco logra entender quién es. Ante los grandes problemas del desarrollo de los pueblos, que nos impulsan casi al desasosiego y al abatimiento, viene en nuestro auxilio la palabra de Jesucristo, que nos hace saber: «Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Y nos anima: «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final del mundo» (Mt 28,20). Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia". Y subraya con fuerza: "El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano".

La mirada de la carta es esperanzadora ya que al final de la Historia Cristo vence, se impone el bien y la Salvación que viene de Dios.

"El anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como «Padre nuestro». Que junto al Hijo unigénito, todos los hombres puedan aprender a rezar al Padre y a suplicarle con las palabras que el mismo Jesús nos ha enseñado, que sepamos santificarlo viviendo según su voluntad, y tengamos también el pan necesario de cada día, comprensión y generosidad con los que nos ofenden, que no se nos someta excesivamente a las pruebas y se nos libre del mal (cf. Mt 6,9-13)", señala el Papa.

Benedicto XVI invoca a la Santísima Virgen, Madre de la Iglesia y Espejo de Justicia, para que nos regale con su intercesión "la fuerza, la esperanza y la alegría necesaria para continuar la tarea en favor del desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres".

P. Hugo Tagle
Agosto 2009

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs