Comer o no comer carne: He ahí el dilema

Al igual que con otros ritos o hábitos católicos, la tradición de no comer carne (de vacuno principalmente) en Viernes Santo se ha tergiversado, y es el marketing y el comercio los que se han impuesto por sobre la religiosidad.

Miércoles 23 de marzo de 2016 | Juan Carlos Berner

Esta semana, el Arzobispado de Santiago hizo una nueva aclaración indicando que no es obligación comer pescados ni mariscos durante esta Semana santa. No deja de ser llamativo que cada año la Iglesia se vea en la obligación de explicar este tema, y es una clara muestra de cómo a veces las tradiciones son superadas por los mitos e incluso el marketing.

La costumbre de no comer carnes rojas (y blancas) es muy antigua, y nos recuerda a Jesús, el Cordero de Dios que vino a la Tierra y dio su vida por nuestros pecados, durante la primera Semana Santa.  

El problema es que al igual que otros ritos o hábitos  católicos, la tradición de no comer carne (de vacuno principalmente) en Viernes Santo se ha tergiversado, y es el marketing y el comercio los que se han impuesto por sobre la religiosidad. Algo parecido a lo que sucede cada vez más con la Navidad, donde muchos olvidan que no hay obligación alguna de hacer regalos, sino que es un tiempo para recordar el nacimiento de Jesús y reflexionar sobre lo que eso significa.

Ahora claro. Es comprensible que  en un país mayoritariamente cristiano que mantiene la tradición del ayuno de la carne, tenga que haber alternativas, y una de ellas son los mariscos, especialmente donde hay tanta costa como Chile. Sin embargo el espíritu detrás de esta "privación" en Semana santa es justamente el contrario, comer con austeridad, tomando en cuenta que recordamos la muerte (y posterior resurrección) de nuestro Señor.  

El problema es que como muchos creen que es obligación comer mariscos y pescados, y que no hacerlo sería una especie de pecado, los productores de estos alimentos suben los precios, haciendo que la gente tenga que gastar más de lo normal en comer este fin de semana, cuando la idea es justamente lo contrario, la austeridad.

Dicho de otro modo, darse un caro festín de mariscos esta semana sería ir totalmente contra el espíritu de esta tradición católica, y al revés de lo que muchos creen, si ud. llegase comer carne roja o blanca por algún motivo, no está cometiendo ninguna falta ni menos un pecado.

Lo importante, como todo en la vida de un cristiano, antes que cumplir un rito al pie de la letra, es la consecuencia diaria en nuestra vida. Me atrevo a pensar que a Dios le da exactamente lo mismo si este Viernes comemos carne o no. Probablemente le preocupa mucho más que haya gente que no tenga siquiera para un plato de comida (para que hablar de carne) ese día, y le duele lo poco o nada que hacemos para cambiar esa situación.

En este sentido, tal vez ud. pueda cambiar el ayuno de la carne este fin de semana por hacer una obra de caridad,  o una meditación. Le aseguro que ayudar a alguien que lo necesita lo hará sentir mucho mejor que comerse el mejor de los pescados, y quien sabe, tal vez descubre algo valioso que pueda hacer durante el resto del año, e incluso el resto de su vida.

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