Comprar,Comprar,Comprar es un verbo que no hay que conjugar

Cuando la vida nos sonríe vamos al mall y nos damos un gusto. Cuando nos llora, también vamos y nos damos un consuelo. ¿Quién de nosotros está libre del siempre vilipendiado consumismo? Lo sufrimos

| Padre Enrique Grez Padre Enrique Grez

Sacerdote de Schoenstatt

Noviembre de 2009

Chile

Cuando la vida nos sonríe vamos al mall y nos damos un gusto. Cuando nos llora, también vamos y nos damos un consuelo. ¿Quién de nosotros está libre del siempre vilipendiado consumismo? Lo sufrimos jóvenes y viejos, los de billetera ancha y estrecha, ricos y pobres, mundanos y consagrados. Y es que nuestro tiempo lo premia, y todos con gusto lo padecemos. Es una gripe que muta siempre ofreciendo productos y promociones, una enfermedad de la que no acabamos de generar inmunidad.

Pero el comprar ¿qué contenidos morales tiene? Sin duda todo dependerá de las circunstancias. No podemos volvernos "talibanes" contra el mercado, pues para subsistir y llevar una vida normal necesitamos comprar no sólo alimentos y vestuario, sino también un sinnúmero de bienes. Entonces el asunto a reflexionar es: ¿en qué medida somos conscientes de esas transacciones? ¿Cuándo escapan éstas, de la lógica de la justicia y del amor?

La frase que titula esta columna me la dijo una señora de una gran sencillez y con los pies muy puestos en la tierra pero que, igual que todos, de vez en cuando pierde la cabeza por algún producto que no necesita realmente. Al final, es un asunto de sobriedad, de proporciones y de evangelio.

En un tiempo que no acabamos de salir de una crisis económica internacional, cuando se aprietan nuestros bolsillos y los estómagos de muchos, nuestro pastor el Papa Benedicto XVI, ha escrito una encíclica* que quiere hacernos reflexionar sobre las características del orden mundial que vivimos. Nos podemos quedar en los principios ahí expresados, pero la invitación del Papa es a penetrar nuestra vida cotidiana para empapar de verdad nuestros vínculos, descubriendo ahí nuestras faltas a la justicia y el amor. De esta manera, nos podemos llevar una sorpresa si nos preguntamos ¿En qué se me va la plata? ¿Por qué gasté en eso que no es imprescindible? Estas preguntas no son una invitación a la tacañería, quizás por el contrario, quieren llamarnos a un uso más generoso del dinero, en el hogar, familia, barrio, grupo, amigos, ciudad e Iglesia.

El P. José Kentenich nos mueve a construir un Nuevo Orden Social y la temática expresada en tono crítico por el Papa, no es ajena a él. En medio de las relaciones monetarizadas de nuestra vida, hagámosle un lugar a lo gratuito y esperanzado, e¬so puede cambiar nuestro mundo.

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