Compromiso social y político

Dentro de los debates que cobran fuerza a nivel de familia y sociedad desde el punto de vista cristiano, y particularmente de quienes nos vinculamos a Schoenstatt, hay diferentes respuestas a la pregunta acerca de si debemos o no asumir responsabilidades en la comunidad, en nuestro trabajo y más aún en el quehacer político o las responsabilidades públicas. Muchas veces, y legítimamente, he escuchado con argumentos sólidos que nuestra primera tarea está allí donde se encuentra el primer anillo de nuestras relaciones, es decir el vínculo con la esposa y los hijos. Hay quienes sostienen que las características del mundo actual y la vorágine a que estamos sometidos incluso hacen difícil o imposible ampliar el marco de nuestras preocupaciones, tiempo y dedicación a padres, abuelos, hermanas o parientes cercanos. No sin razón quienes piensan así dicen que ello atentaría contra la calidad y profundidad de nuestro apoyo a la familia que cada cual ha formado. Sin duda hay situaciones de muy distinto tipo y cada uno es libre de encontrar su vocación de servicio y fijar el ámbito en la cual la desarrolla...

| Juan Emilio Cheyre (Chile) Juan Emilio Cheyre (Chile)


Dentro de los debates que cobran fuerza a nivel de familia y sociedad desde el punto de vista cristiano, y particularmente de quienes nos vinculamos a Schoenstatt, hay diferentes respuestas a la pregunta acerca de si debemos o no asumir responsabilidades en la comunidad, en nuestro trabajo y más aún en el quehacer político o las responsabilidades públicas.

Muchas veces, y legítimamente, he escuchado con argumentos sólidos que nuestra primera tarea está allí donde se encuentra el primer anillo de nuestras relaciones, es decir el vínculo con la esposa y los hijos. Hay quienes sostienen que las características del mundo actual y la vorágine a que estamos sometidos incluso hacen difícil o imposible ampliar el marco de nuestras preocupaciones, tiempo y dedicación a padres, abuelos, hermanas o parientes cercanos. No sin razón quienes piensan así dicen que ello atentaría contra la calidad y profundidad de nuestro apoyo a la familia que cada cual ha formado. Sin duda hay situaciones de muy distinto tipo y cada uno es libre de encontrar su vocación de servicio y fijar el ámbito en la cual la desarrolla.

Mi reflexión apunta a compartir que, a pesar de que es complejo abarcar mucho y es absolutamente necesario centrar el esfuerzo en apoyar la formación y todo el proceso de acompañamiento a la familia, es igualmente cierto que muy cerca de nosotros -en distintos niveles- existen necesidades que deberían llevarnos a pensar seriamente si actuando con mayor entrega podríamos ayudar a través de la participación en las comunidades a las que pertenecemos de distintas maneras, entre las cuales se encuentra desde el simple voluntariado o compromiso personal anónimo hasta un involucramiento político o de mayor compromiso.

La experiencia de vida me indica que aquellos que encuentran un justo medio irradian sus capacidades a ámbitos ajenos a su pequeño círculo y que ello, por lo general, fortalece su actuar en beneficio de aquellos que supuestamente estaría postergando por ir a involucrarse en causas o problemas más allá de las fronteras del propio hogar.

Estimo que como familia tenemos el desafío y el mandato de actuar e involucrarnos en el ámbito de la política y la sociedad sin que ello signifique abandonar o postergar las responsabilidades con nuestra familia y entorno más directo.

La obra del Padre Kentenich en muchísimos de sus mensajes o escritos nos llama a que como cristianos debemos aspirar a participar del poder y asumir responsabilidades que nos brinden autoridad,  poniéndolas al servicio del ideal de servicio a los demás y en especial de los más necesitados.
En tal sentido, al participar a nivel de gobierno, partidos políticos, sector privado, mundo del conocimiento y otros, nuestro quehacer debería marcar un centro de gravedad en la construcción de un mundo nuevo en el contexto del logro de un nuevo orden social. Para hacerlo estamos dotados de poderosos instrumentos que deberíamos poner a disposición de aquellos que más lo requieren, lo que exige de nuestra parte: voluntad, abandono de la comodidad, compromiso y disposición a servir el ideal de multiplicar los talentos con los cuales hemos sido regalados.

Si se actúa de esa forma algo nuevo debe surgir y como tal nuestro quehacer debe tener sentido de misión. Para lograrlo debemos previamente ser atentos vigías para comprender las necesidades de una sociedad a cuyas demandas podemos entregar respuestas concretas, basadas en los valores que profesamos.

La opción cada uno la adoptará en directa relación con su situación, características y vocación. Asimismo, comprometerse en la forma descrita u otras en nada debería significar la postergación o abandono de nuestras primeras responsabilidades. Esta sencilla reflexión invita a preguntarnos con absoluta honestidad si estamos siendo apóstoles comprometidos con la sociedad de la cual formamos parte, con nuestra comunidad y sobre todo con aquellos que requieren apoyo en tan distintas formas. Creo que una simple comparación entre lo mucho que tenemos con aquello que a tantos, en forma tan angustiante, les falta, nos ayudará a encontrar una respuesta que nos indique la posición a adoptar, donde un compromiso mayor siempre es posible y adicionalmente nos regalará gracias que ni siquiera imaginamos.

Juan Emilio Cheyre

Director Centro de Estudios Internacionales PUC

 

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