¿Cuál es tu Fuego?

¿Cuál es tu Fuego? Una reflexión sobre cuál debe ser la base de nuestros anhelos y motivaciones, y sobre dónde debe estar puesto nuestro corazón.    

| Marcelo Lizana Ovalle Marcelo Lizana Ovalle

En el trascurso de la vida, con la vorágine de los tiempos actuales, el detenerse un momento a meditar lo que se está haciendo, constituye un privilegio de pocos. ¿Para qué hacemos las cosas? ¿Cuál es el sentido de lo que hago? En definitiva se trata de saber qué es aquello que me mueve.

A unos los mueve el dinero, y ello moviliza todo su quehacer con ese objetivo. Para otros son las cosas materiales, dedicando toda su actividad a acumular cosas; e incluso para otros es solamente pasarlo bien en un concepto erróneo de felicidad momentánea, en una búsqueda constante de la felicidad, en base a lo que “yo quiero” o “yo necesito”. El problema en estos casos es en dónde se está colocando el corazón.

Si el corazón está puesto en Cristo significa que toda la energía vital se pondrá a trabajar en el Amor, y ello inevitablemente nos llenará a su vez el corazón, ya no con sentimientos o satisfacciones pasajeras, sino que serán grabadas a fuego en el alma. Al poner en Dios nuestro corazón este inunda todo nuestro ser, y por consecuencia existe el desapego de las cosas materiales, ya no como un objetivo, sino como un medio. Se aprende a disfrutar de lo sencillo de la vida, pues pobre es aquel que necesita mucho para vivir. ¿Acaso no es más gratificante para el alma el invitar a los amigos a comer en casa, en donde al recibirlos de forma cálida, además se demuestra el cariño en la preparación tanto del hogar como la cena, en vez de ir a un restaurante en donde todo es más frío?

Por ello nos debemos esforzar en cultivar que el tesoro sea Cristo, pues donde está nuestro tesoro está nuestro corazón. Nuestro Padre Fundador nos enseña que por medio de la Alianza de Amor con la Santísima Virgen nos constituimos en instrumentos en las manos de María para con Cristo transformar el mundo. No se trata de estar constantemente pensando en lo que se me ocurra o qué hacer para ello, sino más bien de mano de la Santidad de la Vida Diaria saber ir descubriendo la voluntad del Dios creador, pues la vitalidad de todo emprendimiento ya sea en el ámbito de  los estudios, la familia, el trabajo y la sociedad adquieren fecundidad, fuerza apostólica y un camino de santidad solamente cuando ello es fruto de realizar la voluntad de Cristo, es un llamado. Nuestra familia cumplirá 100 años el 201. Si María no estuviese en nuestra obra, la fecundidad, los regalos espirituales y las distintas corrientes de vida que ha generado para la Iglesia no serían posibles. Una muestra de que la gracia eleva y perfecciona la naturaleza, y nuestra familia gracias al Cielo, sigue creciendo en cantidad y profundidad. De ello debemos hacernos cargo y  ocuparnos como causas segundas en este organismo de vinculaciones.

Nuestra Juventud Masculina es la generación del Fuego del Cenáculo, ellos nos dan la vitalidad y enseñan a encender y propagar ese fuego. “¡He venido a traer fuego sobre la tierra y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!” (Lc 12, 49).

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