Dios se manifiesta en estos momentos

Unaconmovedora reflexión acerca de la compañía y el amor de Dios en nuestras vidas, y sobre cómo nos habla en aquellos momentos menos esperados.

| Lucía Zamora Valero Lucía Zamora Valero

El mundo entero sufre la ausencia de Dios. En mi país sentimos cada vez más esta crisis de amor, y tristemente cuando vemos que vamos en picada sin poder tomar el rumbo, sin poder darle una dirección a este caos, nuestra fe comienza a desmoronarse, creyendo que lo poco que hacemos no servirá de nada. Es tanta la revuelta que no sabemos por dónde empezar ni por donde continuar. Nuestro esfuerzo en ocasiones es un grito desesperado en medio de una multitud de personas, sordas a la voluntad de Dios a causa de la falta de interés al prójimo. Sin embargo, Dios y la Mater pueden ver y sentir nuestras ganas de transformar un pequeño grupo de corazones, regresando la esperanza que reaviva en cada uno de nosotros para salir al encuentro del mundo y sus problemas.

Hace casi un año iniciamos un trabajo de labor social con un grupo de mujeres de la periferia. El objetivo es que ellas se sientan cobijadas por la Iglesia, regresando la autoestima que en el caminar de los años han perdido a causa de la violencia intrafamiliar y la discriminación. Iniciamos con mucho ánimo, soñando con un gran grupo de mujeres...pero la Mater nos regalo uno pequeño... solo 7 señoras, de las cuales quedaron 4 y gracias a Dios se han unido 4 más... ahora son 8.

Surgieron algunos problemas que debilitaron mi fe, pues seguimos menos instructoras (sólo 4). La asistencia en ocasiones era escasa y, para completar el cuadro, un día pasó algo con lo que no contaba y que hubiera parecido que ahí terminaba todo....¡¡me fracture un pie!!...me equiparon con una placa y algunos tornillos... dejé trabajo, voluntariado y mi labor en Schoenstatt incluyendo a mis señoras de la periferia... ¡¡suspendidos!!... y volvió a tambalear mi fe... ¡¿y el desánimo?!... ¡tenía hasta el tope mi corazón!

Las dos primeras semanas fueron difíciles, pero uno de esos días un buen amigo me envío un mensaje que se quedó grabado en mi corazón:"Dios se manifiesta en estos momentos". Y así fue...poco a poco pude ver con claridad que Dios se manifestaba en una llamada, en alguna canción, en algún vídeo o en alguna lectura, logrando que estos pequeños destellos de Dios, llegaran a mi mente y a mi corazón, descubriendo en mi ser un corazón fiel, agradecido y paciente.

Nos cuesta trabajo reconocer todo lo bueno que hay en nosotros, y nos vamos por la vida con una rutina que muchos disfrutamos, sin parar un momento a reflexionar sobre el amor que uno pone al trabajo de la vida diaria, que nos mantiene vivos y llenos de fe sin esperar nada a cambio, sólo la satisfacción de ver un rostro sonreír. Y aquí... a ratos en muletas, a ratos en silla y otros en cama, reflexione cómo mi esfuerzo y dedicación a todo lo que hago es impulsado por el amor a Dios, a mi familia, a mis alumnos, a mis señoras del movimiento, a mis amigos, y porqué no decirlo...amor a mí misma.

Por qué platico todo esto, si los que seguimos a Cristo sabemos que Dios siempre sale al encuentro en cualquier situación por más desesperante que parezca, no sólo para consolar el alma, sino para regresar el ánimo al cuerpo y actuar en su nombre, ofreciendo ese amor que Él mismo ha depositado en nosotros cuando decidimos abrirle la puerta de nuestro ser. Lo platico porque, a pesar de estar con Él, la fe se puede caer; porque en medio de una revuelta siempre se descubre algo, y estos días de una aparente soledad, descubrí (difícil de entender) el amor que Dios ha depositado en mí para conducirme por la vida, pues en ocasiones actuamos creyendo que lo que hacemos es lo que tenemos que hacer porque la sociedad lo necesita, y claro que lo necesita. Sin embargo, si no se hace mirando el rostro de Dios en cada acto esto se convierte en una carga, se convierte sólo en un deber y no en un acto de amor, y el mundo es lo que necesita para crecer como una gran comunidad al servicio de Dios.

Si cada uno de nosotros tomáramos un poco de nuestro tiempo para reflexionar cuánto amor ponemos en nuestro trabajo, en las relaciones, en nuestra persona o en un simple saludo al vecino, pondríamos más atención a nuestros actos y seguramente nuestro actuar cambiaría el entorno que pisamos.

Aún sigo en muletas, no puedo realizar muchas cosas, pero la Mater me ha permitido continuar con mis señoras de la periferia, algo que me mantiene anímicamente saludable y esperando con paciencia el final de este inesperado reposo llenos de muchas cosas y vacío de otras.

Aún necesito tiempo para que mi pie vuelva a ser el mismo, o por lo menos haga lo que siempre hacía... trasladar mi cuerpo y poder aterrizar lo que en mi mente y en la computadora ha nacido en este tiempo de espera, y poder con un infinito amor echarle un poco la mano a Dios.

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