El Milagro de los 100 Años

      El Milagro de los 100 Años Una reflexión sobre el gran regalo de los Pallotinos y sobre los milagros cotidianos, que no sólo nos muestran el actuar y el amor de Dios y la Mater en nuestras vidas, sino que nos marcan una misión a seguir.  

| Roberto Prieto Roberto Prieto

A pesar del encabezado de este escrito, quiero dejar en claro que no es mi intención relatar pormenores del proceso que culminó con el regalo que hizo la comunidad de los Pallotinos al Movimiento, simplemente  porque no los conozco. Lo que quiero compartir son algunos de mis pensamientos sobre el acontecimiento, y que me llevó a recordar el milagro de la liberación del Padre en Milwaukee, cuando sin ningún indicio que eso pudiese ocurrir y contra toda presunción humana, llegó el telegrama citándolo a Roma. La mayoría conocemos en mayor o menor detalle cuál fue el itinerario siguiente y las consecuencias de ello, pero creo que mayoritariamente también coincidimos en que fue un milagro.

Hoy, conocedor de la decisión adoptada por la Asamblea Provincial de los Pallotinos, no puedo menos que asombrarme emocionadamente frente a una situación en que, a diferencia de la liberación del Padre donde la vida transcurría sin ningún indicio sobre algún eventual cambio, ahora la situación era francamente adversa: se habían cerrado las puertas para continuar, mantener o abrir un espacio de conversación sobre el tema de la compra del Santuario.

¿Qué me dice esto a mí, un simple schoensttatiano “del extremo sur del mundo” (parodiando al Papa Francisco)?: simplemente que los seres humanos tenemos día a día situaciones que si queremos, con un poco de fe,  podemos reconocerlas como milagros.

No hablo de los milagros reconocidos como tales por las comisiones científicas que deben pronunciarse respecto hechos que pueden determinar si a una persona se le llegará a declarar o no santo, sino de hechos cotidianos que muchas veces los vivimos conscientemente (o dejamos de vivirlos) por nuestra condición de fe. Sí me refiero a tantas situaciones cotidianas vividas en el interior de nuestras casas, de nuestros grupos de vida, de las diferentes comunidades, donde reconocidos desde la fe son una manifestación constante de milagros.

Es posible que para los Pallotinos involucrados en la toma de la decisión el resultado final, vale decir regalar a Schoenstatt su Santuario, es la consecución lógica de un proceso deliberativo donde el peso de las argumentaciones fue tanto que sólo cabía llegar a esa decisión; para nosotros sigue siendo un milagro, sigue habiendo una intervención patente de Dios que una vez más no pudo resistirse a los pedidos de la Mater. Alguien podrá pensar que el Padre estaba interviniendo de alguna manera, pero a mí, conociendo algo de su historia y recordando  particularmente el 20 de Enero, no me cabe la menor duda que se abstuvo, incluso de mirarla, en ese momento. Y ahí me parece que surge la magia de los milagros.  Honestamente creo que no es sólo cuestión de pedir, sino de estar plenamente seguros que Dios y la Mater nos darán lo que de verdad necesitamos, y entonces, una vez concedido, es nuestro deber justificar y acrecentar el don otorgado.

Recibir en propiedad el Santuario lo siento como un llamado fuerte, como un grito a renovar nuestros compromisos de hacerlo fecundo, de aportar con nuestro granito de arena (Capital de Gracias), para que la Mater continúe regalando desde allí las gracias prometidas y así podamos colaborar al cambio social que queremos regalarle al Padre, siendo fieles a su legado (31 de Mayo), siendo los apóstoles que prometimos ser, de ser fieles a la Alianza de Amor, que en mi opinión, al igual que el bautismo imprime carácter y nos convierte en schoensttatianos para siempre, actuando al ritmo y con la intensidad propia de la edad y la condición que hoy vivimos.

Y si lo hacemos, sumado a la oración constante que sin duda mantienen nuestros institutos, ¿no será posible, con esperanza y con fe, soñar que Dios y la Mater nos quieran hacer partícipes y vivir ahora otro milagro? ¿La santificación “oficial” de nuestro Padre?

 

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs