Esta Cuaresma: ¿Abstención o Sacrificio?

En esta época de Cuaresma, escuchamos mucho las palabras transformación y renovación. Pero... ¿qué tan cerca estamos  de que esto suceda en nosotros, cuando estamos en una edad en que se nos torna muy difícil dar nuestro brazo a torcer? Prometemos dejar de fumar, de tomar, de comer tanto:; hacer más ejercicio o estar menos en el Internet; pero si analizamos bien, estas promesas son para nuestro bien, porque sabemos que son malos hábitos que hemos adquirido en el transcurso de nuestra vida, y que ya son muy difíciles de dejar ¡Si es un esfuerzo muy grande! Por lo mismo, queremos que la Cuaresma pase rápido. Nuestro cuerpo ya pide la nicotina, el azúcar, la cafeína, el harina y tantas cosas que prometimos ofrecer como "sacrificio". Así somos... nos gusta dar, pero poquito; dar pero no sufrir, dar pero sin comprometernos.     Sabemos que estos ofrecimientos no trascienden más allá de unas semanas de abstención. Y nuestra mente se concentra en estas pequeñeces, perdiendo el verdadero sentido tras estos días de reflexión. Que realmente son días de preparación, para lograr una verdadera transformación...

| Lucía Zamora (San Luis de Potosí, México) Lucía Zamora (San Luis de Potosí, México)

 

En esta época de Cuaresma, escuchamos mucho las palabras transformación y renovación. Pero... ¿qué tan cerca estamos  de que esto suceda en nosotros, cuando estamos en una edad en que se nos torna muy difícil dar nuestro brazo a torcer? Prometemos dejar de fumar, de tomar, de comer tanto:; hacer más ejercicio o estar menos en el Internet; pero si analizamos bien, estas promesas son para nuestro bien, porque sabemos que son malos hábitos que hemos adquirido en el transcurso de nuestra vida, y que ya son muy difíciles de dejar ¡Si es un esfuerzo muy grande! Por lo mismo, queremos que la Cuaresma pase rápido. Nuestro cuerpo ya pide la nicotina, el azúcar, la cafeína, el harina y tantas cosas que prometimos ofrecer como "sacrificio". Así somos... nos gusta dar, pero poquito; dar pero no sufrir, dar pero sin comprometernos.

Sabemos que estos ofrecimientos no trascienden más allá de unas semanas de abstención. Y nuestra mente se concentra en estas pequeñeces, perdiendo el verdadero sentido tras estos días de reflexión. Que realmente son días de preparación, para lograr una verdadera transformación.

¿Por que no hacer algo por los demás? Mejor aún... hacer algo que dure para siempre, algo que haga sonreír a Dios, algo que realmente lo haga feliz. ¿Por qué no comprometernos a dejar de lado el orgullo, la indiferencia, la envidia, la mediocridad? ¿Por qué no comprometernos a ser más pacientes, más sinceros, más solidarios? ¿Por qué no comprometernos a ser más amigos de Dios? Pero amigos leales, amigos de verdad, amigos que dan sin cuestionar y sin juzgar, amigos que se entregan a sí mismos. Todo esto cuesta trabajo y más cuando se trata de la familia (no sé por qué). A veces es más fácil redimirnos ante un extraño. Pero es en la familia donde Dios quiere que comencemos nuestro camino de transformación... nuestro camino hacia la Resurrección. Entonces serán verdaderos sacrificios más que simples abstenciones, pues sabemos qué duro es vencer el orgullo; nos cuesta mucho aceptar nuestras debilidades y enfrentarnos a  la vida sin escondernos en lo superficial, o en la indiferencia. Eso si es entrarle a la vida como viene... con valentía, con alegría y con esfuerzo. Creo que Dios se merece esto y más.

En esta Cuaresma, busquemos la verdadera transformación en nuestro interior, y les aseguro que se transformarán muchas cosas... se transformará nuestra familia, se transformarán nuestras amistades, transformaremos nuestro entorno, porque nuestro corazón se habrá transformado.

Si estamos bien con Dios y con nosotros mismos, estaremos bien con los demás. Cuesta trabajo, pero si nos apoyamos en Jesús y en María, será cada vez más fácil. No dejemos que esta Cuaresma pase sin haber hecho algo por los demás. Recemos mucho para apartar los miedos que nos paralizan y que dejan en nosotros esos vicios que de verdad dañan nuestro corazón.

Como a Jesús, en el camino se nos van a presentar muchos obstáculos, pero realmente estos son nuestros verdaderos  sacrificios.  Hay que enfrentarlos y salir de ellos para llegar a Dios.

 

 

 


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