Evangelio domingo 11 de septiembre

Domingo 11 de septiembre de 2022 | Juan Enrique Coeymans

11 DE SEPTIEMBRE DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 15. 1 - 10

Vigésimo Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario

Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola: "Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las noventa y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque encontré la oveja que se me había perdido". Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse"

El Señor pareciera decirnos Lo que Yo dije escandalizó a los fariseos y escribas, que en sus corazones fríos eran incapaces de comprender que el Reino de los cielos no era solo para los sesudo puros llenos de soberbia, que miraban con desdén a los pecadores y juzgaban a los demás. Uds. caen también en ese fariseísmo al juzgar y condenar y se olvidan que yo deseo que estén vivos en sus corazones, la misericordia, el perdón y la comprensión. No abusen de la misericordia, y vivan dela conciencia de saberse amados, Uds. y todos los hombres, por la Trinidad.

Mirándome a mi mismo tengo que agradecer que no desprecio a los que son pecadores públicos, porque también yo soy un miserable pecador, pero a veces olvido lo mas importante: Dios Uno y Trino me quieren, y ese cariño inmenso que me tienen a pesar de mis debilidades es el acicate para superar mi pequeñez me dará fuerzas ante las tentaciones de la vida contemporánea. La lucha antes el pecado no es el mirar mi mugre, que por cierto es verdadera, sino enriquecer el corazón con el amor que me tienen.

Señor Jesús, que te alegras cuando después de mis caídas no me refocilo en el barro en que he caído, sino en el fortalecimiento de la conciencia de ser querido por Tí, por el Padre y por el Espíritu Santo, te pido la gracia de robustecer la conciencia del amor, para lograr el olvido de mis caídas, porque me estás esperando siempre como el padre del hijo pródigo que lo único que quiere es que el hijo vuelva a la casa paterna. Sí, Señor, no te fijas en mis miserias sino en tu deseo de saberme ceerca tuyo.

AMÉN

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