Evangelio domingo 4 de septiembre

Domingo 4 de septiembre de 2022 | Juan Enrique Coeymans

4 DE SEPTIEMBRE DEL 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 14, 25 - 33

Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario

Junto con Jesús iba un gran gentío, y él, dándose vuelta, les dijo: "Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. ¿Quién de ustedes, si quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que una vez puestos los cimientos, no pueda acabar y todos los que lo vean se rían de él, diciendo: 'Este comenzó a edificar y no pudo terminar'. ¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz. De la misma manera, cualquiera de ustedes que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo."

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

Pareciera que Jesús nos dice: ser mi discípulo es no solo conocer mi doctrina, saber de las Escrituras y realizar muchas acciones buenas y misericordiosas. Ser mi discípulo es vivir como viví Yo, seguirme no solo de palabra sino de obra, y principalmente tomar la cruz que se tenga dispuesta para tu vida y asumirla como la asumí yo. La semejanza a Mi es sobre todo tomar la cruz, y llevarla sobre los hombros con dolor, sí, con mucho dolor, pero con amor a mí y a la Trinidad con la misma serenidad de mi madre junto a la cruz.

La cruz es para mi algo de lo cual arranco y huyo mentalmente. Puedo dar conferencias sobre la cruz, mostrar las dimensiones espirituales que ella tiene, pero de lo cual no me gusta saber ni asumir ni recordar .Las cruces no son solamente las físicas sino sobre todo las espirituales. No hay necesidad de ponerse silicios sino asumir la propia pequeñez, sufrir con la incapacidad de seguir a fondo al Señor, y no superar las mediocridades de mi entrega y mi amor.

Señor Jesús, regálame las cruces que Tu quieras. Todos los días hay cruces que llevar sobre los hombros, aunque sean pequeñas e insignificantes, pero esas pequeñas cruces, quiero llevarlas recordando tu cruz, en que lo más doloroso no fueron las heridas, aunque fueron terribles, sino el sentir y darse cuenta que no te entendían, que tus discípulos , se peleaban por el primer lugar, y en que miraban con visión política y de poder, lo que era pura misericordia y amor al necesitado. Señor Jesús , te adoro y me entrego a Ti de todo corazón.

AMÉN

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