Evangelio domingo 5 de junio

Domingo 5 de junio de 2022 | Juan Enrique Coeymans

5 DE JUNIO DEL 2022

Evangelio según San Juan capítulo 20, 19 - -23

Solemnidad de Pentecostés

"Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también.». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo: A quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»".

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

«¡La paz esté con ustedes!».

Pareciera que el Señor nos dice: mi regalo más hondo es el Espíritu Santo y el fruto más hermoso del Espíritu es la paz. Yo quiero verlos felices, lo cual no significa que no habrá cruz en sus vidas, porque al igual que los rosales se podan para que florezcan en primavera, también en su vida habrá dificultades, pero en el fondo, si imploran siempre el Espíritu y por eso hacen la voluntad del Padre, tendrán una paz honda que nadie les puede arrebatar. El Espíritu es el gran acompañante de todos mis discípulos por todos los siglos.

He recibido en mi vida muchos regalos, en especial el pedir el Espíritu Santo, así como he sido muchas veces infiel al querer del Padre. Pero ese regalo de implorar al Espíritu Santo, me ayuda a sostenerme en las tentaciones de orgullo, soberbia y tanta pequeñez que he arrastrado en mi larga vida. Por eso el vínculo al Espíritu Santo, es mi fortaleza y mi sostén. No es la persona olvidada de la Trinidad, sino que El siempre presente en las circunstancias de mi vida.

Querido Señor Jesús, te pido la gracia de sostener mi fe en el regalo Tuyo antes de partir: el Espíritu que me dará la paz, y me hará dócil a la voluntad del Padre. Dame Señor la gracia de vivir en una vinculación sencilla al misterio de la Trinidad, sostenido en el permanente cuidado y compañía del Espíritu Santo, que me llevará a aspirar a ser un discípulo Tuyo, y un hijo del Padre de los Cielos. Señor, como María, que pueda decir siempre en mi vida: hágase en mi según tu Palabra.

AMÉN

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