Evangelio jueves 30 de diciembre

Jueves 30 de diciembre de 2021 | Sebastián Castaño

30 de DICIEMBRE del 2021

Evangelio según San Lucas, capítulo 2, 36 - 40.

Jueves, día Sexto de la Octava de Navidad

Estaba también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido.
Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Meditación de Sebastián Castaño Fueyo

El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

Jesús parece decirnos: he venido y me hice hombre como ustedes para traerles la buena nueva. Ana, llena de fe, anunciaba mi misión de siervo de Dios a los que acudían al Templo. Desde pequeño viví en Nazaret, junto a José y María fui creciendo y descubriendo como la gracia de mi Padre iba guiando mis acciones. Cultivé el amor por mi Padre y por la gente que allí vivía. Experimenté alegrías, tristezas, frustraciones, esperanza, vocación, al igual que muchos. Aprendí de los humildes, de los misericordiosos, de los justos, de los pobres de espíritu.

El Hijo de Dios se hizo hombre y vivió igual a uno de nosotros, salvo por el pecado. ¿Cómo he ido creciendo en edad, gracia y sabiduría? Durante mi vida he aprendido de otros; de una forma u otra, ellos han influido en quien soy y también puedo reconocer que me han ido mostrando la cara de Jesús. He acumulado cientos de experiencias que me van moldeando y he recibido los mensaje del Señor no por ángeles, sino por personas concretas de mi familia, amistades y trabajo.

Querido Jesús, gracias por el gran misterio de la Navidad. Gracias por habitar entre nosotros y por enseñarnos el amor y la misericordia de Dios Padre. Gracias por la vida, por mi familia, por mis padres, hermanos y amigos. Ayúdame a reconocer la presencia Tuya a lo largo de mi vida y a saber compartir su amor y sus gracias con quienes tú pones a mi alrededor. Te pido Jesús, por cada uno de nuestros hijos, para que luego de esta Navidad, acojan un poco más tu Palabra y vayan creciendo en gracia y sabiduría.

AMÉN

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