Evangelio martes 13 de junio

Martes 13 de junio de 2023 | Juan Enrique Coeymans

13 de Junio del 2023

Evangelio según San Mateo, capítulo 5, 13 - 16

Martes de la Décima Semana del Tiempo Ordinario

San Antonio de Padua Presbítero. Memoria Obligatoria

Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. Uds. son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

Ustedes son la sal de la tierra

Jesús nos dice Uds. deben tener mayor concentración de amor que el resto y Uds. van a ser siempre una minoría que actúa silenciosamente, casi inadvertidamente. La tarea de esa minoría es recordar al mundo el amor de Dios hecho amor entre los hombres. El sabor de la sal es la generosidad, la misericordia, el acogimiento, la preocupación por el otro, en especial al más necesitado. No es el creerse diferentes o distintos o mejores que los demás, sino el saberse servidores humildes y silenciosos de los otros.

La tentación de creerse mejores que los demás está siempre presente a nuestros ojos al recordamos nuestra realidad de sal de la tierra. No somos mejores, somos simplemente servidores que aman y curan las heridas de los otros. En las llagas de los demás, físicas o psíquicas, curamos y besamos las llagas de Cristo, dentro de las cuales pedimos escondernos, cuando decimos en esa hermosa oración del Alma de Cristo: dentro de tus llagas escóndeme.

Señor Jesús, regálame la gracia de una correcta comprensión de nuestra tarea de ser sal de la tierra. Que nos llene de energía, de alegría y de espíritu dispuesto al sacrificio y al servicio de los otros. Quita de nuestro corazón toda soberbia de creerse mejor que los otros, los que no son sal. Porque nuestro sabor, es el sabor tuyo: amar hasta lo hondo como Tú amas Señor. Que María me eduque desde su Santuario de Schoenstatt para ser como Tú, manso y humilde de corazón, servidor que lava los pies de los demás.

AMÉN

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